Como si el sufrimiento ya no la dejara aguantar más ese ‘secreto’ que le hacía mal, la nena de 5 años escupió todo lo que su tío le hizo: los besos, los manoseos, las cosas ‘cochinas’. Eso fue hace un año y hoy el tío está procesado y espera el juicio, pero la madre ya piensa en lo que vendrá cuando salga libre. ‘A lo sumo le darán entre 8 y 10 años y saldrá en 4. Y yo tendré que mudarme y esconder a mi hija para que él pueda hacer su vida normal. Los abusadores son enfermos y cuando salen de la cárcel siguen violando y abusando. Merecen condena perpetua’, señaló la mujer.

El testimonio de Patricia (su verdadero nombre no se revela por cuestiones legales) surge en medio de una alarmante seguidilla de casos de abuso infantil en la provincia. Desde la Dirección de la Niñez informaron que el Centro de Tratamiento Integral de la Violencia recibe casi 3 denuncias por mes de abuso sexual infantil. De las 27 denuncias en 2012, 8 corresponden a Rawson, mientras que el resto de los departamentos fluctúa entre 3 y 1 casos. El último que ganó estado público fue el de una nena discapacitada que fue abusada, junto a su hermana, por la pareja de su madre.

‘Después de un asesinato, el abuso infantil es el delito más aberrante que existe’, contó Patricia, quien integra la Agrupación de Niños Abusados-Lucha contra el Abuso Sexual Infantil, que se formó a mediados de 2011 prácticamente en las puertas de Tribunales. ‘Yo nunca sospeché de mi cuñado. Como con su mujer no podían tener hijos, él tenía un gran amor por mis niños. Pero una noche, mientras estábamos cenando, mi hija empezó a hablar. Dijo que no quería ver a su tío porque le hacía cosas cochinas. Fue algo que nos destrozó’, relató. Patricia hizo la denuncia en la Seccional y luego la nena fue entrevistada por las psicólogas de la Secretaría Social del Poder Judicial. Y allí, la mujer se enteró de otro dato estremecedor. ‘Mi hija contó que los abusos venían de cuando tenía 3 añitos. Yo me sentía culpable porque no me di cuenta antes’, agregó. ‘Como era un familiar me pidieron que no lo denunciara, pero si me quedaba callada, este hombre iba a seguir abusando. No era un borracho, no era de malvivir, es una persona que vivía en misa, que era catequista y trabajaba en una escuela. Ahora la familia de él no nos habla, dijeron que mi nena lo provocaba, que lo denuncié porque estaba enamorada de él o que lo hice por un terreno’, dijo. Para colmo, en la escuela se enteraron del caso y Patricia debió cambiar a la criatura de colegio. ‘El saldrá libre y mi hija tendrá tratamiento psicológico de por vida’, cerró, angustiada.