Ricardo afirmó que no volverá a correr un Dakar, pero recibió la presión de su hijo Ramón: “Sí correría, si él (por su padre) me acompaña como yo lo hice con él”. El hijo mayor fue quien realizó su propio Dakar, acompañando de vivac en vivac al piloto, para encargarse de comprar la comida y otros requisitos. Emocionados en Lima, padre e hijo emprendieron la vuelta vía carretera. “Pueden ocurrir 100.000 problemas en un Dakar. Gracias a Dios no nos pasó nada físico”, evaluaron. Por una llave tubo Ricardo señaló que el momento más difícil fue en la etapa 11, la primera en suelo peruano. “Fue cuando rompimos el amortiguador, que fue desencadenando los otros inconvenientes, como la punta de eje. Teníamos todo para solucionarlo, hasta el repuesto, salvo un tubo del 34. Veíamos que íbamos a pasar la noche en el desierto, hasta que apareció un francés. Y en 10 minutos cambió de negro a blanco. El sueño era llegar, cumpliendo etapa por etapa. Muchas cosas que pasaron son por ir un poco más rápido”.
