En su trabajo tienen una relación seria, profesional y la confianza única de ser familiares directos. Fernando Mó y uno de sus 4 hijos, Rodolfo, son escribanos. Desde hace un lustro, el joven de 30 años trabaja junto a su padre. Además ya está previsto que se sume al equipo Alejandro, otro hijo de Fernando. Sólo quedarán (por opción) afuera de la oficina Fernando, que es psicólogo, y Maximiliano, que decidió estudiar Ingeniería en Física Médica.
"En casa hasta en los diálogos comunes en la mesa familiar, el vocabulario de la actividad ya está instalado. Mi padre se inició en esta profesión, le seguí yo, ahora continúa mi hijo y vamos por más", cuenta Fernando, que se siente feliz de poder trabajar en familia.
Padre e hijo pasan muchas horas del día juntos en el trabajo. Comparten experiencias cotidianas que hacen crecer la relación entre ambos. "Rodolfo viene con toda la fuerza de la juventud y con los últimos avances técnicos y científicos en nuestra profesión. Estuvo en España con una beca, por eso para mí es muy agradable que se desarrolle, que innove, siempre nos consultamos", relata Fernando.
Como padre, el profesional reconoce que con Rodolfo es exigente, porque "uno quiere que su hijo no tenga ningún error, que sea mejor que yo. Por supuesto que trato de generar en él una superación y no una descalificación o degradación. Esto es una relación sana de padre a hijo donde trato de volcar toda mi experiencia".
En el trato cotidiano ambos muestran su carácter. "A mí me gusta ver la tranquilidad y firmeza en el trabajo de Rodolfo. Busca, estudia, se apoya en la parte técnica. Es tan importante la honestidad, el buen concepto, que la gente tenga la percepción de que está con una persona que respeta cánones y que es confiable, debido a que en esta profesión somos un poco los que administramos la fe pública", dice Fernando.
Por su parte, la experiencia de Rodolfo al trabajar con su padre "es reconfortante y da mucha tranquilidad, más si te enseña tu viejo, tenés toda la confianza y si te llegás a equivocar, eso puede no ser tan duro como estar solo. Es muy comprensivo", cuenta.
Rodolfo ve a su padre como un compañero y a la vez maestro, dentro del trabajo diario. La libertad de consultarle y de ofrecer soluciones le da seguridad de que sus opiniones serán escuchadas. A la vez ya sabe de los criterios con los que se trabaja.
Una de las virtudes que Rodolfo admira de su padre es la tranquilidad con la que resuelve y decide. "Yo soy de observarlo mucho y aprendo de su estilo", asegura el muchacho que sigue los pasos de su padre.

