En una pausa durante el juicio por el caso de Marita Verón, la joven tucumana desaparecida desde abril de 2002, su madre, Susana Trimarco, habló en exclusiva con DIARIO DE CUYO. Reveló que su hija estuvo en San Juan en 2004, que ella misma investigó en prostíbulos locales y que por eso ahora no le sorprende que haya trata de personas en San Juan. Las declaraciones de Trimarco, postulada al Premio Nobel de la Paz, surgen en medio de la causa que investiga la Justicia Federal por la trata de personas y una red que operaba en la provincia.

-¿En su búsqueda de Marita, usted estuvo en San Juan?

-Sí, estuve en el 2004. Teníamos información de que estos delincuentes, después de tantos allanamientos que hacían en La Rioja, la habían llevado San Juan. Yo fui a investigar a unos prostíbulos que estaban a pocos kilómetros de la frontera con La Rioja. Recuerdo que desde la ruta había que meterse por una calle a la derecha y que al poco andar había muchos árboles y un caserío, donde estaban los prostíbulos. Yo la fui a buscar ahí y me hice pasar por otra persona. A las chicas (que trabajan en los burdeles) les preguntaba por Marita, diciéndoles que la madre estaba muy enferma y que por eso necesitaba ubicarla, para avisarle.

-¿Cómo fue que llegó a la provincia?

-Yo tenía una amiga, compañera de la primaria, que trabajaba en la cárcel de Tucumán. Y ella escuchaba todo. Cuando detuvieron a Daniela Milhein (acusada por haber retenido en una de sus propiedades a la hija de Trimarco y por la supuesta venta de la mujer a prostíbulos de La Rioja) y a la enfermera (Patricia Soria) que le tendió la trampa a mi hija, estas delincuentes se peleaban, se gritaban y se decían cosas; y mi amiga me pasaba toda la información. Pero además, una vez que hubo un escándalo en Tribunales cuando nos cruzamos con esta gente y la Milhein le gritó a uno de los suyos: "llevala a San Juan, llevala a San Juan, para que no la encuentren", en referencia a mi hija. Ahí fue que decidí ir a San Juan. Conseguimos un par de direcciones y empezamos a hacer inteligencia. En la primera visita encontramos a unas chicas de Chaco, de Misiones y dos paraguayas, menores de edad.

-¿Cómo se llama la localidad donde estaban los prostíbulos que investigó?

-No recuerdo el nombre, pero estaba ahí nomás, apenas se entraba de La Rioja (NdR: se trataría de Caucete, uno de los departamentos donde acaban de hacer allanamientos).

-¿Cuando vino a la provincia, trabajó con las autoridades de San Juan?

-No, yo no llegué a tener contacto con el Gobierno sanjuanino porque previamente la Policía de San Juan nos había dicho que allí no había eso (trata de personas), que los prostíbulos estaban todos habilitados y que las mujeres estaban trabajando ahí porque querían. Pero lo que investigamos nosotros en 2004 es que ya existía la trata en San Juan y seguirá existiendo. Cuando fuimos, Marita ya no estaba ahí.

-Entonces no duda de que su hija estuvo en San Juan.

-Marita estuvo en San Juan, después de haber estado en La Rioja. Pero no la retuvieron mucho tiempo ahí, porque de San Juan se la llevaron a Córdoba, más precisamente a Jesús María.

-¿Cuánto tiempo estuvo investigando en San Juan?

-Un mes, más o menos. Estábamos unos días, hacíamos inteligencia y volvíamos a Tucumán. En ese tiempo vivía en San Juan el padrino de Marita, en la zona céntrica, así que parábamos en casa de ellos. Viajábamos en dos autos e íbamos con mi marido, mi nieta, el comisario Tobar y dos policías más. A las chicas las tenían en una casa, como a cinco cuadras de estos prostíbulos, y de ahí las sacaban a trabajar, todas las noches.

-En San Juan ya se habla de una organización local de trata de personas, que ha generado mucha sorpresa porque se pensaba que la provincia estaba ajeno a esto, ¿qué piensa al respecto?

-A mí no me sorprende que haya trata en San Juan. Marita estuvo allí. Pero está muy tapado, de bajo perfil y existen manejos con los policías corruptos. ¿Sabe lo que hacen estos delincuentes? Llaman por teléfono, delante de las chicas, y hablan con los policías, con sus contactos del poder político y del judicial. Son maneras de someterlas psicológicamente. Ellas están solas, no conocen a nadie. Marita no está con su familia porque hay mucha gente involucrada. Pero me contenta que logré desnudar un delito, una realidad que no se veía. A mi me han intentado matar, quemar la casa y amenazaron con llevarse a mi nieta, pero no les tuve miedo y los voy a seguir enfrentando.