Un grito de admiración ganó la carpa cuando el profe Gustavo Vera se sacó el buzo para quedarse en remera y arrancar con la clase de danzas caribeñas. ‘A ustedes cualquier colectivo les queda bien‘, bromeó el profe y estalló la carcajada generalizada entre las más de 1.500 maestras jardineras y de grado que participaron ayer de esta actividad, en el marco del Primer Congreso Latinoamericano de Educación Inicial y Primaria. Fue en el Predio Ferial, donde las inmensas carpas habían sido identificadas con números para poder ubicarse en los distintos talleres. Y entre ellas, las 3.000 inscriptas de Colombia, Chile, Ecuador, Paraguay, Uruguay, Venezuela y casi todas las provincias de Argentina, circulaban como movedizas hormiguitas con el termo bajo el brazo, yendo y viviendo de una actividad a la otra. Tan pronto estaban aprendiendo a utilizar títeres de dedo para sus tareas en el aula o en la salita, como escuchando una charla sobre pizarras digitales o experimentando con la tintura de gomaespuma para manualidades. Otras, en cambio, hacían fila para hacer girar la ruleta en el stand de la Expoeducativa, donde una firma regalaba distintos tipos de útiles para el aula y otra, presentaba lo último en material para modelar: la masilina, un intermedio entre la plastilina común y la masa, que tenía a las jardineras como hipnotizadas por las posibilidades de trabajo que ofrece.

Apiñadas alrededor de un termo que le ponía calorcito a la fría mañana sanjuanina, un grupo de jardineras mendocinas esperaba su turno para entrar a un taller sobre lectura, con promesa de juego y dinámica de grupo para aprender mejor.

”La verdad que casi no tenés respiro, pero ninguno de los talleres tiene desperdicio. Yo recién llevo dos años trabajando y tengo muchas ganas de aprender todavía, y acá me encontré con mujeres que son jardineras desde hace 20 años y tienen la misma o más pila que nosotras”, dijo Laura, una de las mendocinas. Sus compañeras coincidieron y Rosana agregó que “lo mejor es que podés intercambiar experiencias y de todo se puede aprender, de lo que dicen los profesores y de lo que te dice alguien con más años que vos”. En otro sector del Predio y rodeado de mujeres, el profe de Música de la Escuela Normal Sarmiento, Sergio Bazán, uno de los pocos varones en el Congreso, compartía el mate con sus compañeras. “Estoy acostumbrado, siempre me tocó trabajar con muchas mujeres. Soy un afortunado” dijo, provocando la risa de sus acompañantes.

En el centro del Predio, donde se repartían los baucher para el almuerzo, dos maestras chilenas deliberaban sobre qué comer. “es que aquí es tan rica la carne, que desde ayer estamos comiendo milanesas” dijo una. Después, partieron al taller de Educación Emocional, no sin antes alabar la hospitalidad sanjuanina. “Lo mejor que nos llevamos es haber conocido a tanta gente bonita”, afirmó su compañera.