Unos 380 mil niños desnutridos y, muchos de ellos huérfanos, viven en campamentos, tras el terremoto, mientras otros miles son víctimas de tráfico hacia el exterior. En septiembre de 2010, en la frontera con República Dominicana, 1.800 niños fueron frenados para ser sometidos a verificaciones, ya que habían sido aprehendidos para su tráfico.