Ya es una costumbre que cada vez que UPCN llega a una instancia decisiva los sanjuaninos asisten al estadio. Por el algo Los Cóndores tiene el récord de público en la historia de la Liga Argentina de Clubes por lejos sobre el resto.

Y ese apoyó que nace de las tribunas es determinante para impulsar y darle crédito al equipo cuando más lo necesita, y también meterle presión al rival. Sin embargo anoche las 4.000 personas que fueron al Aldo Cantoni fueron simplemente a ver y nada más. Es decir que nunca fueron ese séptimo jugador que el equipo necesitó por momentos y que hubiese sido de mucho valor cuando el equipo buscó como desnivelar el primer y cuarto set.

Tibios, muy expectantes, pero faltos de aliento. Muy diferente al público de play off en temporadas atrás. Este acompaño desde la asistencia, pero no desde el canto.

Igual hay que quedarse con la convocatoria y la cantidad de sanjuaninos que le dieron el espaldarazo al acontecimiento. Porque de aquellos 30 fanáticos que se animaron la semana pasada a recorrer, durante un día completo, en colectivo los 1.600 kilómetros para llegar a Formosa. Anoche esa presencia fue gigante. Claro que lo de aquellos, que tampoco se perdieron el tercer partido en casa, fueron al Cantoni y alentaron.

El tercer punto ya pasó. Se perdió. Pero la ilusión sigue intacta de poder ver por tercera temporada consecutiva a UPCN en la gran final de la Liga Argentina de Vóleibol y por eso es que se espera que mañana, a las 22, en el cuarto juego que puede ser el último de esta serie si ganan Los Cóndores, el público vuelva a gritar por ellos y darles el impulso que caracterizó a UPCN en este tipo de definiciones.

Anoche con la hinchada y los globos blancos que repartió el gremio no alcanzó. Faltó el aporte de cada uno. Ese que te puede levantar y hacerte fuerte, o el que te puede bajonear por la falta de apoyo. Fueron 4.000 almas, muchas, pero el aliento fue poco, tibio, insuficiente. Mañana tiene que cambiar.