A simple vista el estado era de abandono total. Pero cuando empezaron los exámenes médicos revelaron datos escalofriantes: a sus 40 años pesaba apenas 32 kilos, es decir lo que pesa un niño de 9 o 10 años. Había más, porque a ese estado de desnutrición se le sumaba daños en su piel y una dentadura en muy mal estado, aunque se comunicada de forma fluida.
Y.A. llegó al Hospital Tomás Perón de Rodeo en esas pésimas condiciones y comenzó una recuperación lenta, muy lenta pero que a la fecha la tiene casi al borde de la externación. Padece problemas psiquiátricos que la obligan a tomar medicamentos de forma diaria.
Poco falta para que tenga una vida normal, aunque en la Justicia tienen claro que la mujer no volverá a donde vivía y que deberá tener la asistencia de alguna persona, que sola no podrá estar. En estos 4 meses, un hombre de apellido Esquivel que vive en Las Flores se presentó para hablar con el juez diciendo que era su padre biológico. Dijo querer hacerse cargo, pero no lo vieron conveniente por la cantidad de horas de trabajo y el poco tiempo que estaría la mujer al cuidado de un adulto.
Eso sí, el expediente judicial revela que tanto a Aguilera como a Esquivel se les fijó una cuota alimentaria para poder sostener los gastos de Y.A.. También desde el Municipio están haciendo las gestiones para que cuente con una pensión y desde el Ministerio de Desarrollo Humano colaborarán con un subsidio de alquiler.
El caso se conoció en noviembre pasado en una humilde casa de la zona de Tudcum, en el departamento Iglesia. Una denuncia que llegó a las áreas de asistencia de la Municipalidad dispararon los mecanismos para ayudarla. De forma paralela, intervino la Justicia para tratar de establecer las responsabilidad que llevaron a este estado de abandono total y si había existido violencia intrafamiliar.
La mujer vivía con un tío llamado Remberto Aguilera (67) y una sobrina, pero tiempo antes en ese hogar estuvieron dos de sus hermanas que fallecieron en distintos momentos de los últimos dos años. Aparentemente el hombre atendía poco y nada las necesidades de joven, además de ausentarse en varios momentos de la casa para ir a trabajar. De la investigación también surgió que solía dejarla atada para que no se vaya de la casa. De ahí se entiende algunas marcas que tenía a la altura de las muñecas y los tobillos.
Vecinos y conocidos de la chica aseguran que tiempo atrás tenía "una vida normal", que salía a fiestas y se juntaba con amigos, lo propio de una mujer de su edad.