Corto y eterno. El cuerpo contra el agua. El cielo al alcance de la mano. Sólo había que dejarse llevar y sentir que el tiempo se esfumaba. Fueron 800 metros río abajo, esquivando piedras, sintiendo que no importaba nada más que disfrutar una disciplina acuática que es nueva en la provincia: el hydro speed. Esta fue la experiencia que vivió ayer un grupo de periodistas de medios locales y nacionales, incluído DIARIO DE CUYO, que fueron hasta Rodeo para cubrir el Inti Mountain Challenge. Para todos fue la primera vez. Y en menos de un día, el grupo pasó de tomar notas y fotos al costado de río mientras observaba a los competidores surcar las aguas del Jáchal en esos extraños gomones naranja, a ser protagonistas de la aventura. Para entrar en clima, hasta se pusieron la remera oficial de la competencia. Nadie sabía qué iba a pasar río abajo, donde el cuerpo va apoyado en un gomón, sin más complicaciones. El hydro speed es algo parecido al tradicional juego de meterse al río sobre gomas de camiones. Fue como jugar. A pesar de los miedos y las dudas que empezaron a fluir segundos antes de entrar al agua. Sin embargo, ni bien el cuerpo reposó en el gomón, nada más importó. Ni siquiera el agua helada, a la que todos le temían, fue un obstáculo. Como si se tratara de un combo natural y perfecto. Agua, cuerpo, cielo y montaña. Nada molestó. Y hasta desapareció el miedo de terminar a la deriva en el río. Fueron 800 metros de felicidad y casi nadie encontró las palabras justas para describir la sensación que causa el hydro speed. Río abajo, los gomones tomaron vida propia. Por momentos se daban vuelta o avanzaban en círculos. Los más osados se animaron a darse vuelta y observar todo boca arriba. Otros parecían pájaros surcando las aguas. Gritar mientras atravesaban la imponente Garganta del Diablo, ahora vista desde las mismas entrañas, fue una experiencia liberadora. Como si todo fuese un juego de niños que habían perdido la noción del espacio, el tiempo y la realidad. Todo, hasta el paisaje, tomó otra dimensión. Por momentos, el río se transformó en las venas de las montañas. Y los gomones penetraron esa arteria que no tenía final. Una sensación común: nadie quiso que la travesía acuática concluyera. Pero, según los entendidos en el tema, no se podía continuar por la peligrosidad del río. Y aunque la sensación de que todo terminó demasiado rápido era extendida, las caras contentas perduraron mucho tiempo después. Y varios periodistas prometieron volver.
