María Cristina Krause

Con un cigarrillo en la comisura de los labios y tecleando en la ruidosa máquina de escribir. Así recuerda su nieto a la antropóloga María Cristina Krause. Segundo Romero Krause tiene 21 años y está lejos de la herencia literaria de su abuela, un poco nervioso admite que no leería la gran cantidad de libros que, desde principios de este año, están a la venta. La biblioteca es portentosa y ocupaba, en sus mejores tiempos, toda una habitación, que tan sólo dejaba espacio para que María Cristina se sentara con su maquina a construir conocimiento.

La biblioteca de Krause

Falta poco para que se cumpla el décimo aniversario del fallecimiento de María Cristina Krause, que sucedió en 2009. El apellido resuena, no es desconocido por ningún sanjuanino que inmediatamente lo asocia a Villa Krause, la ciudad de Rawson. Ella fue descendiente de Domingo, el padre de esa urbanización. Pero es lo de menos, pues forjó un nombre propio, aunque sí honró el legado familiar.

Segundo habla de su abuela con el mismo orgullo que los alumnos, los vecinos de Iglesia -departamento en el que realizó grandes investigaciones- que sus colegas de la UNSJ -fundamentalmente de la carrera de Letras- e incluso muchos sanjuaninos curiosos que se toparon con ella al debatir de filosofía o historia.

Mientras suenan Los Chalchaleros de fondo, el nieto de María Cristina dice que era común entrar a la casa, ubicada en el centro de la Ciudad de San Juan, y verla rodeada de alumnos -algunos que luego serían discípulos-. Aclara que el gusto por el folclore se lo inculcó ella, que mientras lo “regaloneaba” disfrutaba de la música. Al momento de hablar sobre su legado intelectual se pone serio: “ella era tan firme y respetada como humilde”, dice.

María fue una mujer de mundo, pués viajó, conoció, interrogó e investigó hasta que el cáncer de pulmón la arrebató del campo y las calles para recluirla en casa. Muchas veces, sus viejos estudiantes ingresan a la casa entre sollozos al recordar a una profesora ejemplar -en la Facultad de Filosofía de la UNSJ hay una placa con su nombre-. Y Segundo dice que en Perú también hay placas pero que lo más importante es que “hay una calle que lleva su nombre”.

Vista panorámica de Musa

Para graduarse de antropóloga de la Pontificia Universidad Católica del Perú, María investigó las costumbres de la población peruana de la localidad de Musa. Y, en la penumbra de la antigua biblioteca -ahora habitación de Segundo y sus hermanos- el nieto explica que su trabajo, como orgulloso descendiente, será  publicar la tesis que hizo la abuela Krause. El tomo, algo desgastado por el tiempo, es portentoso, pesado, e invaluable para los futuros antropólogos.

A unos metros, al transitar el pasillo de la casa de Krause, está una inmensa cocina. No le falta nada pues ese era, después de la literatura y la familia, su mayor hobbie: cocinar. Era la encargada de la torta de cumpleaños de sus nietos y hacía platos de distintos lugares del mundo. Pero su mayor obsesión fue: el mito. En Iglesia, departamento donde la familia tiene una finca, María Cristina entrevistó a los lugareños hasta, incluso, no tener distinción con ellos. Allí estudió la mitología del duende y  las brujas. La invitaban a tomar mate, a comer, a charlar de cualquier cosa. Segundo arguye que era por la humildad de su abuela. También dice que hay detractores, que siempre hay algún alumno molesto por el “nivel de rigurosidad de su abuela a la hora de tomar algún examen”.

La mayor obra de Krause, o al menos, la más reconocida y citada es La Devoción de las Ánimas. Un estudio sobre las creencias populares en San Juan. Decía que los habitantes de la provincia eran proclives a tener una fuerte creencia hacia los que, comúnmente, se llaman santos populares.Así se enroló en el proyecto en analizar la devoción social por la Difunta Correa y el gaucho José Dolores, entre otros.

El carruaje que representó a Rawson en la FNS del 2018, la consigna fue "Mujeres sanjuaninas" y Rawson eligió una Krause

María Cristina Krause, mujer sanjuanina, intelectual, madre y abuela. El retrato de una mujer que dejó su marca impregnada en el pensamiento y la historia de la provincia. Logró, en contra del viejo dicho, ser profeta en su tierra. Incluso, el municipio de Rawson la honró con un carruaje que participó de la Fiesta Nacional del Sol 2018. El título de la obra fue un gran resumen de su vida: “María Cristina Krause, Mística Tradición y Letras”.

La biblioteca

Otrora ocupaba casi la totalidad de una gran habitación. Actualmente es la habitación de los nietos Krause. Los libros están a la venta, el mismo Segundo y su hermano más chico, Salvador, se encargan de promocionar el material en grupos de Facebook y entre conocidos. Estos últimos fueron los primeros en devorar los mejores títulos, los más difíciles de encontrar. Pese a eso, la biblioteca continúa vastísima, con varios ejemplares específicos de literatura mundial, argentina y sanjuanina, lingüística, semiótica, historia, entre tantos otros. Posiblemente el libro más costoso sean las obras completas de Shakespeare. Aunque, para algunos entendidos, los tres tomos de la poética del maestro Quevedo sean más que bienvenidos. ¿La razón de la venta? Segundo emula a su abuela en sus aspiraciones de conocimiento del mundo. Viajó a Alemania en el 2018, el país del cual proviene su linaje, y quiere retornar: lo recaudado irá a parar al chanchito.

El plano

 

En el lugar menos pensado está una verdadera joya histórica de San Juan: el plano original del diseño de Villa Krause. Colgado en la pared, arriba de la cama de uno de los nietos de María Cristina, 104 años de historia pasan desapercibidos. Segundo sonríe al verlo y lo señala, es la herencia cultural de una familia que al día de hoy continúa forjando la provincia.