Gustavo Fernández (16), el chico de 9 de Julio que casi hizo llorar a la presidenta Cristina Fernández en 2008 cuando inauguró una escuela, está de estreno. No sólo le terminaron de reparar su casa que quedó al borde del derrumbe tras las lluvias de febrero pasado, sino que además se la amoblaron. El miércoles a la siesta, un camión llegó hasta su domicilio para entregarle hasta una heladera a estrenar. Esta ayuda provino de la Nación, solicitada por la delegación provincial del Ministerio de Desarrollo Social desde donde también le tramitaron la pensión por discapacidad.

El caso de Gustavito salió a la luz en marzo pasado cuando fue hospitalizado por un ataque de epilepsia que le desencadenó en un paro cardíaco. Le ocurrió cuando intentaba reparar una de las paredes más afectadas por las lluvias. Su historia conmovió a los lectores que coparon las redes sociales ofreciéndole ayuda.

No le precisaron la hora en que iba a llegar el camión ni qué tipo de ayuda traería. Por eso Gustavito madrugó para ayudarle a su madre a limpiar la casa y dejar todo listo para recibir los regalos. Y a la incertidumbre se sumó el nerviosismo de la espera. ’A cada rato miraba el reloj y le preguntaba a mi mamá si el camión no se habría equivocado de dirección porque no llegaba. Llegó a las dos de la tarde y casi me volví loco cuando vi que comenzaron a bajar los muebles. Como estaba apurado para ver qué habían traído, ayudé a descargar el camión, aunque mi mamá me retaba porque no puedo hacer mucho esfuerzo’, dijo el chico.

Como haciendo un inventario, Gustavito comenzó a describir los regalos recibidos. Una cama matrimonial, dos placares, una cajonera, un lavarropas a paleta, una cocina y una heladera, todo nuevo. También agradeció tener espacio donde colocar todo lo recibido. Es que hace un par de semanas, el municipio de 9 de Julio terminó con la refacción de su casa que consistió en la construcción de un baño (antes tenía letrina) y de una cocina comedor, y la reparación de las paredes, techos y ventanas de los dos dormitorios.

’No puedo pedir nada más. Si hasta mi papá volvió a vivir con nosotros después de haberse separado de mi mamá. Ahora sólo me falta cobrar la pensión que ya me han tramitado’, dijo Gustavito.

Agregó que cuando comience a cobrar este beneficio no va a gastar ni una moneda. Dijo que va a ahorrar para cumplir uno de sus sueños: comprarse un auto para salir a pasear con su familia.