’¡Mirá Ismael, te esperan a vos, en tu casita nueva!’, le dijo Noemí Sánchez al pequeño, quien en el auto venía quejándose por una cinta que sujetaba la manga de la remera que cubría la herida. Apenas el vehículo giró rumbo a la vivienda, Ismael a lo lejos vio el movimiento de gente. De pronto se olvidó de todo y se quedó en silencio, ansioso por reencontrarse con su gente, tras recibir el alta en el Hospital Garrahan, donde estuvo internado desde el 21 de septiembre pasado tras perder su brazo en un terrible accidente con un secarropas en funcionamiento. Apenas el coche estacionó, el niño de 6 años cuya historia de lucha conmovió a la provincia fue recibido con tantos aplausos como lágrimas. Por primera vez desde aquel día, sus abuelos, tías, primos y compañeritos de la escuela vieron al pequeño y se abalanzaron para besarlo y abrazarlo. Fue el primero de conmovedores momentos en ese recibimiento que luego se convirtió en una fiesta, pues lo esperaron con una torta, gaseosas, globos, carteles y regalos, incluido un camión gigante que al niño le encantó.
Fermín y Gladys, los abuelos, fueron los primeros en alzarlo. Y Gladys, simplemente, fue un mar de lágrimas, tratando de recuperar todos estos días sin ver a su nieto besándolo y diciéndole que lo amaba. Sus primitas lloraban y hasta los compañeritos y la seño Adriana, que le hicieron carteles de bienvenida, no pudieron contener la emoción.
Noemí, en tanto, buscó entre la gente a su hija Ana Paula, de 2 años, a quien tuvo que dejar en San Juan todo este tiempo. Y la mujer, que nunca abandonó el hospital desde que internaron a su hijo pese a su embarazo de siete meses y que todo el tiempo mantuvo una entereza increíble, finalmente se quebró y lloró abrazada a su nena y luego en los hombros de Elisa, una de sus hermanas.
La casa a la que llegó Ismael es un salón refaccionado a nuevo, que está pegado a la escuela Eusebio Segundo Zapata, de La Majadita, 9 de Julio, justamente a la que va el niño. Allí vivirá provisoriamente hasta que el municipio termine la construcción de una vivienda propia. Según el intendente Walberto Allende, estará lista en 2 meses, a la vez que ayer también les llevó un juego de comedor, camas, cocina y heladera.
Justamente, sobre una cama esperaban los regalos. Unos juguetes, ropa y un camión gigante, que las tías compraron tras organizar un bingo. Apenas Ismael lo vio, fue amor a primera vista. Sus compañeros ayudaron a desenvolverlo y todos fueron al patio a jugar. Luego, los niños volvieron a la casa a comer torta, con bizcochuelo casero y relleno de dulce de frutas con trozos de banana, que hizo la tía Elisa.
Y otra vez todos volvieron al patio, a jugar, como si nada hubiera pasado. Ismael, finalmente, ya está en casa.

