Entre las montañas y de manera voluntaria, un grupo de alumnos avanzados de la carrera de Arquitectura, de la UNSJ y vecinos, comenzaron a arreglar la Capilla de Achango. Un emblema de Iglesia que hacía al menos 15 años no era retocado. Guiados por un grupo de profesores, están mejorando el revoque del edificio que tiene 228 años y que fue declarado Patrimonio Histórico y Cultural.

La capilla original fue construida por los jesuitas en 1655, luego se volvió a levantar en 1787. Su paredes son de barro tienen casi un metro de espesor y están revocadas con abono de cabra y tierra amasada y el paso del tiempo causó que parte de los adobes de sus muros se rompieran y se agrietaran. Por esto es que se decidió hacer las remodelaciones.

Los arreglos del histórico templo, que está ubicado al Norte de Las Flores, forma parte de un proyecto de extensión. Y tiene el objetivo de que los alumnos puedan mejorar la vista de la capilla

y aprendan a trabajar con tierra y otros materiales. ‘Con este proyecto los estudiantes descubren la construcción y restauración de la arquitectura de tierra, que en las asignaturas de grado no se estudia‘, dijo María Rosa Plana, que es la arquitecta que coordina el proyecto.

El trabajo de los alumnos comenzó con la investigación de técnicas constructivas, de materiales y de los problemas que presenta el edificio. Posteriormente empezaron las obras que consisten en mejorar las paredes exteriores. Primero hicieron algunas pruebas en los muros traseros del edificio para ver cómo quedaba el revoque que aplicaron, es que la idea es que el edificio patrimonial mantenga la estética antigua.

‘Hicimos algunas pruebas con arcilla del lugar y quedó muy bien. La tierra de la zona, que según los vecinos de la capilla es la mejor, le da un tono beige a las paredes y parece ser la adecuada para mejorar la fachada‘, dijo la profesora y contó que después de que terminen de hacer todos los arreglos en las paredes se encargarán de mejorar la iluminación del templo. ‘La capilla tiene además una enorme grieta en uno de sus muros interiores, pero estamos viendo de qué manera arreglarlo para conservar la autenticidad del lugar‘, dijo la profesora.

Si bien los alumnos no son evaluados, ni se les exige que participen en este trabajo, ya hay más de 20 estudiantes incluidos inclusive algunos de intercambio (de México y Brasil) que hicieron parte de los arreglos. Los chicos viajan a Iglesia en un transporte que les presta la Universidad Nacional de San Juan.

‘Además del trabajo de los alumnos se suma la colaboración de los vecinos de la capilla. Nosotros proponemos el conocimiento científico y ellos el empírico‘, dijo Plana y explicó que la gente de Las Flores les enseñó a preparar el adobe y a usar la arcilla del departamento para, la mezcla con la que empezaron a chicotear los muros. El trabajo es prácticamente artesanal, porque gran parte del revoque de los adobes lo hacen con las manos.