Algunos llegan en bici, otros en burro y otros en autos que después cubren con telas para que no los estropee el Sol. Y se las ingenian para pasarla bien. Llevan carpas y nailons, se tiran bien pegados a la orilla del auto o ponen las sombrillas en la arena; todo para conseguir un poco de sombra ante la falta de árboles. Ponen los manteles en el suelo, usan el capot del auto como mesa o arman los tablones, para tener dónde apoyar la comida y las bebidas. Y, a pesar de la falta de parrilleros, no se privan de una choriceada: ponen la parrilla en la arena, arman el fuego con piedras al costado para que no se vuelen las llamas con el viento y asan los choris. Es en Playa Hermosa, la única pública del Dique de Ullum.

Desde el 24 de diciembre pasado, la Playa Hermosa está habilitada y está a cargo del municipio, que decidió que su entrada fuera gratuita. Por eso es la más elegida para pasar una tarde gasolera lejos de la ciudad y refrescarse en el agua.

Los autos y los carros llegan completamente cargados. Es que no pagar entrada tiene su costo: en el lugar no hay mesas ni bancos, no hay parrilleros y, lo peor, no hay sombra. Pero la gente no se desanima, acarrea lo necesario desde su casa y se dispone a pasar una típica jornada de playa.

Los autos tienen fines múltiples. Sirven para escuchar música, ya que a diferencia de otros campings del dique allí no hay electricidad; sirven para dar sombra o para enganchar uno de los costados de las telas que usan como techo.

Pero el fin último es el mismo que en todas las playas del lago. Pasar una tarde divertida en familia, respirar un poco de aire y refrescarse en el agua durante todo el día, aunque de un modo mucho más barato.