Con su hija en brazos y los ojos vidriosos, José María "Taka" Zabala recordó detalles del accidente que casi se cobra su vida y de lo que le costó recuperarse de los golpes que le dejó el choque que ocurrió el 1 de mayo del 2020, en calle Sarmiento y Balaguer, Santa Lucía.

El reconocido hockista sanjuanino, en diálogo con DIARIO DE CUYO, contó detalles de su intimidad que no había hablado con otras personas. Si bien su recuperación fue en tiempo récord, asegura que fueron días difíciles en los que agradeció tener una gran contención familiar y de sus amigos.

Pero precisamente qué ocurrió minutos antes del impacto tiene recuerdos en blanco. Zabala tiene 35 años y aunque suene trillado, hace exactamente un año volvió a nacer, no sólo porque tuvo la oportunidad de conservar su vida sino que tuvo que aprender todo de nuevo.

Admitió que cambió muchos hábitos de su antigua vida y que una de las costumbres que adoptó es persignarse "siempre" antes de salir y al levantarse.

"Tengo imágenes del Cura Brochero, San Expedito y la Virgen del Rosario de San Nicolás, los toco y no salgo sin persignarme. A veces mi bebé de un año y tres meses me imita porque ve que lo hago todo el tiempo", expresó achinando los ojos.

Taka, como el mundo de las ruedas y el stick lo llama cariñosamente, pasó 18 días internado, tuvo 3 operaciones en el hospital y una intervención quirúrgica para arreglar estéticamente una enorme cicatriz que le atraviesa el tórax y el abdomen. El accidente no sólo lo marcó físicamente sino que le dejó huellas imborrables en su mente por todo lo que padeció posteriormente.

Uno de los momentos que lo shockeó por completo pero que de inmediato lo hizo aterrizar en la realidad fue cuando entró en la casa de sus suegros, lugar donde pasó sus días de internación domiciliaria y oyó el llanto de Catalina, quien en ese entonces tenía 3 meses. "Sentí que estaba vivo. Lloré de emoción al escucharla de nuevo", expresó.

"Esas cosas me dieron fuerzas", reconoció el deportista que tuvo que aprender a comer, caminar y hablar. Al principio hablaba poco porque las prácticas que lo profesionales hicieron sobre él para salvarle la vida le afectaron las cuerdas vocales y estaba afónico. Además, por el estado de su estómago, hígado e intestino debía comer papillas y todo procesado, sin condimentos ni nada pesado, "como si fuese un bebé". Pero con esmero, en el 20mo día dio sus primeros pasos. Cada logro, era un torneo de hockey ganado.

"La primera noche que pasé con mi esposa y mi bebé me desperté a media noche llorando por que no podía conciliar el sueño. Miraba el techo, creía que estaba en el hospital y escuchaba sirenas de ambulancias en mi cabeza", dijo emocionado.

Para alivianar el relato, José María contó que mientras estaba internado, tres ídolos le grabaron un mensaje que Martín, su hermano, se lo mostró cuando se recuperó. "El Mono" Navarro Montoya fue uno de los personajes que se solidarizó con su situación y le mandó fuerzas. También, los cantantes populares Javier "Pepa" Brizuela (La Barra) y "El Yeyo" (querido artista sanjuanino) se sumaron a las muestras de apoyo para que no "afloje y le ponga ganas".

El aliento de sus seres queridos fue incansable, principalmente el de su esposa Mayra Pozo, quien es neonatóloga y tuvo que dividirse para velar por él y por su pequeña, sin descuidar su trabajo médico. Según sus anécdotas fueron noches eternas, sin poder pegar un ojo y atendiendo a ambos. "Pero todo el esfuerzo valió la pena", indicó.

Si bien se mostraba como un roble, Taka confesó que cuando fue atendido de urgencia por un problema intestinal, quiso tirar la toalla. "No doy más, me hubiese ido en el accidente", fue lo que pensó en ese momento pero su esposa le nombró punto por punto que había más motivos por los que luchar que por los que dejarse vencer.

"Al ir por primera vez al lugar donde me accidenté no dejaba de temblar. Me corrió un frío por la espalda pero logré superarlo con el tiempo", sentenció.

Zabala pesaba alrededor de 80 kilos antes del accidente y bajó hasta 65 kilos, aproximadamente. "No me reconocía", resaltó. Actualmente, pesa 73 kilos y gracias a que anda en bicicleta y sigue jugando al hockey, ha recuperado parte de su masa muscular.

En acción (gentileza: hockey apasionado).

El 15 de noviembre se volvió a calzar los patines y no sólo tenía a su hija alzada sino que se había puesto una enorme sonrisa; las ganas de seguir aumentaban. "Ahí me propuse regresar a los entrenamientos. No quería retirarme sin haber jugado", destacó.

En marzo del 2021, jugó su primer partido oficial y lo hizo con la casaca del SEC. Remarcó que sintió la misma ansiedad y felicidad como cuando llegaba la hora de recibir visitas en el hospital. "Me sentí pleno", sostuvo.

José María es conciente que el accidente fue lo peor que le pasó en la vida pero entendió que fue un cachetazo del que debía aprender. Reflexionó que durante Navidad, Año Nuevo, el Bautismo y primer añito de su hija pensó en todos los momentos que se hubiese perdido. "Agradezco cada mañana estar vivo", cerró.