Ni siquiera al intendente de Angaco, Víctor Fernández, lo dejaron pasar. Las chicas se habían agolpado contra una de las vallas para estar los más cerca posible del escenario, tapando la puerta por donde las autoridades y la prensa podían ingresar al sector VIP. Después de varios pedidos de "permiso por favor" el funcionario tuvo que recurrir a la Policía para poder ingresar. A partir de que los conductores de la fiesta anunciaron que en poco minutos comenzaría uno de los show más esperados de la noche, la gente comenzó a colmar el lugar. Sobre todo mujeres de todas las edades que durante casi dos horas gritaron y aplaudieron sin parar. Esto sucedió durante la actuación de Abel Pintos en la última noche de la Fiesta Provincial del Olivo 2011, en la Unión Vecinal Villa del Salvador, que contó con la presencia de unas 10 mil personas.

Ni bien ingresó al escenario, luciendo un look estilo Gustavo Cerati (chupines y chaqueta negra, y sombrero al tono) se desató un delirio ensordecedor. Situación que se repitió durante todo el show. Las chicas, además de cantar cada una de las canciones que interpretó, retribuyeron con un "te amo" cada gesto o palabra del cantante, mientras se codeaban con la de al lado para poder tomarle una foto.

Pero el momento más delirante llegó cuando Abel agradeció al público por compartir con él la profesión que eligió como forma de vida.

Después de una hora y media de actuación, se despidió de la gente. Pero no se bajó del escenario. Las chicas le suplicaron que cantara otra. Se quedó y cantó cuatro canciones más, finalizando con un "Sean felices, que es lo único que vale la pena".

A la salida del predio, Abel Pintos permitió que las chicas que lo esperaban en la calle subieran a su colectivo para que le tomaran una foto.