Para abordar correctamente el tema de la obesidad infantil es imprescindible tratar no sólo al niño sino a toda la familia, para generar motivación. Además se debe restringir los alimentos de alto y mediano contenido energético (dulces, helados, postres, caramelos, galletas, masas, etcétera) y reemplazarlos por los de baja energía (frutas y lácteos con 0 por ciento de materia grasa y libres de azúcar). En la actualidad ayuda al problema la disminución en el uso y consumo de comidas caseras y el aumento de los menúes rápidos y de delivery, los que además de ser hipercalóricos, son fuertemente adictivos. Los factores emocionales también son clave, como causa que lleva a la ingesta compulsiva para calmar la ansiedad que se genera por diversas razones y a su vez como consecuencia del sufrimiento que provoca la discriminación de sus pares y produce baja autoestima. Con los niños es necesario seleccionar cuidadosamente los alimentos y no ser rígido con las cantidades y medidas, porque se encuentran en edad de crecimiento y requieren de nutrientes que aunque sean muy energéticos, les provee de elementos esenciales. Como regla básica las frutas y las verduras se pueden manejar con mayor libertad. También los cereales integrales, las carnes y el huevo que incorporan proteínas. Por último y muy importante mantener una buena hidratación del niño, enseñándole a beber agua en lugar de gaseosas, que aunque no deben ser prohibidas, tienen ser administradas de forma ocasional y muy limitada. Por Juan Herman
