Guadalupe Góez tiene 15 años y desde septiembre del año pasado decidió ser vegetariana. Tenía solamente una compañera de curso en la Escuela Industrial que había tomado la misma decisión. Este año son 4.

Delfina Masuelli, de 16 años ya lleva dos años siendo vegetariana. Alumna de la Escuela Superior Número 1 de Rawson, como muchos se inició por ver el maltrato animal en mataderos que difunden en videos grupos de proteccionistas y al interesarse en el tema, también vio datos de los problemas ambientales que genera la ganadería a gran escala (consumo de gua, promedio de producción de alimento por superficie de suelo empleado, entre otros).

Adriana Vilas, de 16 años y alumna de quinto año del Colegio Saint Paul, se prepara  generalmente sus platos y tuvo que aprender que “ser vegetariano no es solamente dejar de comer carne”.

Son tres adolescentes de una tendencia que se vislumbra en el mundo occidental y se refleja en San juan: adolescentes que deciden ser vegetarianos y ese cambio tiene repercusiones en la rutina familiar. Según un estudio de la consultora Kantar -que publicó Clarín el pasado 31 de octubre- en julio del año pasado, un 9% de la población argentina es vegana o vegetariana.

Guadalupe y Noelia. La madre reconoció que al principio pensó que sería una idea pasajera de su hija la decisión de ser vegetariana. 

Vegetariano es quien decide alimentarse prescindiendo de la carne. Vegano es quien además de no consumir ningun alimento de origen animal (tampoco incluyen en su dieta huevos, lácteos y miel), no usan ropa de cuero, no asisten a crcos o zoológicos, entre otras medidas.

El promedio de iniciación es a los 14 años y por el testimonio de las tres consultadas es mayor el número de chicas que de chicos. Son muchos más los que se inician, principalmente comienzan siendo vegetarianos, y cuando llega el momento de asumir la responsabilidad de saber mantener una dieta equilibrada es usualmente la bisagra entre aquellos convencidos de la decisión que adoptaron y de los que se subieron a los que muchos consideran una moda pasajera.

Guadalupe y Adriana afirmaron que ellas se preparan de comer diariamente. Delfina tuvo ‘más suerte’, gracias a una bisabuela sin saberlo. Su mamá Victoria indicó que su abuela materna había elegido también ser vegetariana. Cuando Delfina le planteó su decisión sintió como que la huella que dejó su abuela resurgía en Delfina. Y si bien Victoria y su pareja no dejaron de comer carne, sí hubo un cambio en los hábitos de la familia. “Prácticamente no tiene nada que ver lo que cocino ahora con dos años antes”, reconoció Victoria y agregó que además de tener una huerta propia ya no compran productos procesados, con alta dosis de azúcar o grasa.

Cuando Guadalupe planteó que quería ser vegetariana, su mamá Noelia pensó por dentro que sería algo pasajero, como su hermana mayor. Debido al (poco) tiempo disponible, el ‘trato’ inicial fue que ella misma debería prepararse la comida. En el seguimiento, vio que su hija no estaba realizando una dieta equilibrada y así fue que consultaron a una nutricionista.

Victoria y Delfina. La madre reconoció que los hábitos para cocinar se volvieron más saludables en varios aspectos en tdo el grupo familiar.

"Cuando se los conté a mis padres, al principio se resistieron, pero vieron que no les quedaba otra”, confesó con una sonrisa Adriana, que dice que ya pasó el tiempo en el que ya casi no hay chicanas. Eso sí, cuando un amigo o conocido le pregunta si las plantas no son seres vivos, responde rápidamente que la diferencia es que no tienen sistema nervioso central y les agrega una breve cátedra de biología. Por otro lado, afirmó que se siguen sumando chicos de su edad. Y por diferentes razones. Hay una persona que no es tanto pro los animales, sino que le gusta el cambio en su piel”, añadió.

En cuanto a lo económico, Noelia aseguró que no notó un cambio significativo en el presupuesto para alimentarse, al incorporarse un vegetariano.

Las tres consultadas aseguraron que ya no sienten la tentación de comer carne y que han explorado nuevos sabores que hacen olvidar la carne. Y que todas se sienten mucho mejor, “con más energía”, subrayando que la nueva alimentación no es sólo ya por sensibilidad hacia otros seres vivos sino que el beneficio es también propio.