– De eso no se habla

– Los tabúes siguen existiendo, incluso partiendo desde la palabra vagina. Una palabra que no se dice con tanta naturalidad y que sigue provocando pudor nombrar. También está la mujer que no se anima a decir lo que desea, la que no es escuchada por los hombres en sus pedidos íntimos y en su necesidad de lograr placer juntos… o por separados.

– A lavar los platos

– Respecto a las responsabilidades domésticas, están cada vez más repartidas y las obligaciones pueden depender de los niveles culturales o educacionales; hay hombres que son más cooperadores porque la realidad los obliga y tienen ayuda psicológica para no ponerle un rol femenino a una tarea que supuestamente es femenina; hay otros que han crecido bajo reglas muy elementales en lo que es trata sacar una casa adelante y les es difícil adecuarse a ese concepto.

– Mujer, mujer, libérate

– Nada tiene que ver con la Ley de Matrimonio para la gente del mismo sexo; la mujer ya estaba liberada hace rato en cuanto a sus elecciones sexuales. La dificultad aparece cuando no puede ejercer sus derechos, cuando aparecen los prejuicios que la obligan a esconderse o la limitan, cuando es señalada.

– Nosotros y los miedos

– Los miedos son generales, no distinguen hombres de mujeres y tienen que ver sobre todo con el temor a quedarse solo, a no satisfacer al otro, a no gustar, la insatisfacción de no ser complacida, el desconocimiento de qué entrego y qué no, qué digo y qué no.

– Derecho a roce

– La sexualidad es una problemática real que tiene que ver con animarse a expresar el deseo, a que la mujer aprenda a satisfacerse y no se culpe si de repente el hombre no puede alguna noche.