Por Fabio Garbi

Salvo la inoportuna y desagradable bandera dirigida a Jorge Elgueta, que apareció cuando promediaba el primer set y la sacaron mientras se jugaba el segundo parcial, lo vivido anoche fue una demostración de que cuando el espectáculo es de buen nivel la gente responde. Anoche UPCN-Voley puso en la cancha toda su categoría e hizo fácil lo difícil, apoyado por un público que vibró en cada pelota y que lo despidió con una gran ovación esperando repetir la fiesta mañana.

No cabe en la cabeza de ninguna persona de bien, que se coloque una bandera pergeñada por algún idiota que no se da cuenta que en vez de sumar a la causa de lograr un título deportivo, resta porque saca al sol trapos sucios que deben lavarse en casa y, como corresponde a los caballeros, dentro de cuatro paredes.

Está dentro del folclore del deporte, aunque algunos pueden estar más o menos a favor, que se silbe y abuchee al equipo adversario. Lo que no se puede permitir es que aparezcan este tipo de manifestaciones denigrantes que dejan en evidencia la pobreza intelectual de quien las promueve.

Era esperable que al “Negro´ Elgueta, que con sus virtudes y defectos, aportó mucho para cimentar la pasión por el vóleibol en San Juan, se le burlaran cuando cometía un error. Se tornaba previsible por esas cosas que tiene el deporte más emparentada con el corazón que con la razón.

Vale y suma el colorido de los globos, el ruido de la maderitas para aplaudir, el calor por apoyar al conjunto sanjuanino, al que siguen muchas familias. Resta y preocupa actitudes como la asumida por los responsables de confeccionar ese trapo que se exhibió en la popular Sur.