¿Hubiera sido justo si empataba Sportivo? Se puede decir que sí. ¿No lo ayudó la suerte? En menor medida sí, pero no fue el factor principal. ¿Qué le faltó? Elaborar juego en el último tercio de la cancha. Y si Talleres ganó fue porque abrió el marcador gracias a una pequeña dosis de esa suerte que añoró Sportivo y acompañó al delantero de Talleres Lisandro Sacripanti, en una pelota que le quedó servida, que supo sacar máximo provecho al realizar un pase en profundidad al volante Cejas, quien también supo sacarle rédito a un lapso de desconcentración entre volantes y defensores del Puyutano.

Salvo esa jugada, Sportivo defendió bien en líneas generales durante el encuentro. Nunca se descontroló, ni siquiera cuando el partido se tornó más que áspero en el primer tiempo.

Respecto a su función en ataque, salvo un comienzo “endemoniado” de 5 minutos, Sportivo probó en el primer tiempo con cuatro remates de afuera del área, que llevaron tanto mucho como poco peligro. La dupla de delanteros jugó la gran parte del partido de espaldas al arco y casi no recibieron asistencias. A Garrido le costaba encontrar un compañero que hablara el mismo idioma, aunque en el complemento Sportivo arrancó con los mismos 11, cuando ya estaba 1-0 abajo por aquel pase de Sacripanti a Cejas.

En los últimos 15 minutos, cuando ya estaban Guirado (quien se buscó con un Garrido volcado a la izquierda) y Santiago Ceballos (por derecha) en la cancha, fue cuando Desamparados dominó pelota y cancha, aunque también porque Talleres decidió cederlas y concentrarse en defender. Así, con la T apostada al contragolpe (desaprovechó una muy clara a los 32 Riaño, quien luego tendría revancha en la última jugada) y Sportivo buscando generar ese pase en profundidad, que se dio en un par de oportunidades pero no pudo facturar, se cerró un partido, con dos equipos que sin dudas, siguen en formación.

Lisandro Peyran