El 11 de julio de 2006 un fuerte viento Zonda que se asemejó a un tornado alcanzó los 120 kilómetros por hora y arrasó con árboles junto a una gran cantidad de cables, torres de iluminación caídas, accidentes y colapsos de la red de teléfonos y la de la energía eléctrica. Los daños fueron enormes y cuantiosos y la distribuidora tardó varios días en reparar y en algunos casos restablecer el servicio. No obstante el accidente climático, el EPRE consideró que la empresa no actuó con la prisa que debía – al día siguiente hubo muchos vecinos en varias villas que debieron sacar los cables del frente de sus domicilios- y terminó aplicando una multa excepcional de $600 mil.