La noche del sábado pasado el frío hacía poner la piel de gallina. Y encima un viento helado hacía volver a muchos de los que querían subir hasta la cúspide de las Sierras Azules, en Zonda. Allí se dio la tradicional Misa Pascual entre las nubes, en la mañana del domingo. Algunos subían con camperas y otros intrépidos de remera que luego cubrieron con un buzo. Pero también aparecían otros: los del poncho. Algunos de ellos dijeron que los usaron para contrarrestar el frío y otros para hacer honor al Bicentenario de la Patria con una vestimenta que se usa desde sus orígenes.
El sendero que llevaba hasta la cima tenía muchas piedras puntiagudas y filosas. En otros tramos, las rocas eran pequeñas y rodaban cuando se las pisaba, lo que provocaba resbalones. A este peligro se sumaba que había muchas espinas en la huella y la única luz que iluminaba la vía era la de la luna. Todos estos factores hacían retroceder a muchos de los que arrancaban inspirados.
Entre toda la gente, había personas a las que no se les veían las manos, sólo la cabeza y los pies. Pero de vez en cuando aparecía un brazo por debajo de las lanas de colores del poncho que les cubría la mitad del cuerpo. Era para afirmarse en una roca o agarrarse del compañero, porque no estaban exentos de los resbalones. "Ya es la cuarta vez que subo y aprendí que hay que usarlo porque en las sierras pega con más fuerza el frío", comentó Andrés González, quien iba con su novia que no había encontrado poncho y caminaba envuelta con una colcha. "Yo me lo puse hoy para traer algo relacionado con la patria", dijo Fernando González, que iba con amigos del barrio Los Pinos, de Chimbas.
Desde el municipio zondino, que tenía una carpa en el lugar, se mostraron asombrados por ver a varias personas llegar de poncho, algo diferente a otros años. A las 3 del domingo, por ejemplo, de 40 personas que llegaron a la cúspide, 3 llevaban poncho. El Bicentenario de la Patria los había motivado a usar prendas criollas y banderas.
Y si no tenían banderas, usaban la camiseta de la selección argentina de fútbol. Pero, por la mañana del domingo, a la hora de la misa, no se veía ninguna remera albiceleste. El frío los hizo cubrir a todos, pero los ponchos seguían reluciendo cerca del altar.