"Vine a devolverle a la Pachamama lo que se le quitó, tal vez por esta ofensa hay tantos problemas en mi familia", dijo la mujer. Quienes estaban al mostrador la miraron desconcertados. Se trataba de una mujer de 80 años, sanjuanina de origen pero radicada hace mucho en Buenos Aires, que había llegado hasta la Casa de San Juan en la capital del país cargando una bolsa con algo muy pesado adentro. Con gestos llenos de ceremonia, metió las manos en la bolsa y sacó una roca de redondez casi perfecta. Era, según ella misma denunciaba, de la Cancha de Bochas de Ischigualasto. Y la devolvía, arrepentida después de varias décadas de tenerla en su casa.
Sucedió días atrás. La mujer que devolvió la bocha de piedra, material que desde hace casi una década es Patrimonio de la Humanidad como todo lo que pertenece al Valle de la Luna, se llama María Ema Godoy. En cuanto dejó la roca en la Casa de San Juan en Buenos Aires, les contó a los empleados y autoridades del lugar (uno más asombrado que el otro) que está desconsolada, que es madre de seis hijos y abuela de diecisiete nietos, y que atraviesa por un mal momento económico en su hogar.
Las autoridades de la casona, Alejandro López y Nilda Ferreira, decidieron asentar en un documento la entrega de la bocha, para enviarla a certificar al Museo de Ciencias Naturales de la UNSJ y, en el caso de constatarse su procedencia, disponer su definitiva ubicación en el Parque Provincial Ischigualasto.
En el escrito se destaca que con su acción, la sanjuanina da testimonio ante sus parientes y la comunidad de "lo que se debe hacer para conservar el patrimonio", un acto cívico de responsabilidad y obligación moral.
María desciende de una familia de panaderos y nunca más regresó a San Juan. Su caso representa una costumbre que afortunadamente fue perdiendo arraigo local, el de "llevarse de recuerdo" material arqueológico, histórico, geológico. Ella, como muchos otros sanjuaninos, tenía en su domicilio una piedra que nadie recordaba cómo había llegado a su casa, pero que claramente no les pertenecía porque siempre supusieron que era de la Cancha de Bochas.
Ahora, tanta es la trascendencia que alcanzó esta devolución, más por su valor simbólico que por su valor material, que la piedra descansa en Casa de Gobierno. Fue traída en el avión de la Gobernación, como parte de la carga de un viaje oficial. Y sólo resta el análisis en manos de los especialistas: si certifican que se trata de una bocha, entonces la restituirán a su lugar de origen.