Por Hugo E.Grimaldi, Agencia DyN Con el pomposo título de Fondo del Bicentenario para el Desendeudamiento y la Estabilización, el Gobierno acaba de mandar al centro de la mesa algo más de un tercio de las llamadas Reservas Excedentes, para tratar de convencer al resto de los jugadores, que tiene en la mano o desea comprar bonos argentinos, que de su lado hay juego suficiente para respaldar la postura. La idea del ministro Amado Boudou es que, a la hora de tomar fondos prestados, la Argentina vuelva a recibirlos sin problemas, porque lo que está diciendo con este gesto de fortaleza es que dispone en garantía de una masa de dinero de U$S 6.569 millones, que igualmente antes tenía también, aunque no tan explícitamente mostrada, como reaseguro para que, además, no le pidan tasas exhorbitantes. Es una apuesta y, en buen romance, Economía espera que los bonistas le crean. ¿Cuáles son los pro y las contras de una jugada que el mercado está sopesando, para ver cómo sigue la partida? En primer término, si bien los operadores no son duchos en “títulos de tapa”, como ha dicho la Presidenta, no compran espejitos de colores, saben de los graves problemas fiscales que tiene la Administración y conocen de memoria que las llamadas Reservas Excedentes efectivamente lo son, pero con el reparo de que no se trata de sobrantes para dilapidar. Si bien el mercado presume que esta operatoria es algo diferente a aquella por la cual se le pagó al FMI, tiene en claro que las Reservas son algo muy delicado que no debería ser manipulado. Para los más optimistas, la evaluación de la jugada de Boudou también incluye, como justificativo, que frente la alternativa de un probable default siempre resultará ser mejor esta posibilidad sacada de la manga.