La presidencia de la Nación declaró al vino como la "bebida nacional" de la Argentina el 24 de noviembre de 2010, y se transformó en ley el 3 de julio de 2013. El hecho representó un gran logro para la vitivinicultura argentina y sumó valor a la cadena productiva.
Este reconocimiento fue el resultado de muchas gestiones del Fondo Vitivinícola Mendoza y de la Corporación Vitivinícola Argentina, realizadas en el ámbito del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación y su Instituto Nacional de Vitivinicultura.
Precisamente en el acto de firma del Decreto que declaró al vino argentino como la "bebida nacional", fue José Molina, en ese momento presidente de la Corporación Vitivinícola Argentina quien hizo referencia a la importancia del vino en la conformación de la identidad argentina, también resaltó la gran diversidad en la vitivinicultura nacional ya que el país se destaca por su amplia propuesta en términos de cepajes, estilos de vinos y una geografía vitivinícola que se extiende desde Salta hasta la Patagonia, con casi 230.000 hectáreas cultivadas.
