Al llegar al aeropuerto Cristina Fernández fue recibida por emir Sabah Al-Ahmed Al-Jaber Al-Sabah. Después compartió un clásico café árabe de cortesía que se sirve en la región, y que según costumbres, se debe tomar de un sorbo. Ahí recibió un ramo de flores de manos de una niña local.

En un clima que comenzaba a tornarse frío y nublado en el mediodía del invierno kuwaití, Cristina se trasladó junto a su hija Florencia al palacio de Bayan, un complejo de casi 1.500 metros cuadrados en el que reside el emir de Kuwait, y que cuenta con instalaciones para huéspedes especiales. En ese lugar descansó hasta las 18, cuando se iniciaron las reuniones.