Decir que Bruno empezó su carrera actoral de pequeño es una obviedad. Bastó verlo desplegar sus aptitudes sobre el escenario en el autódromo para corroborarlo. Bruno, con 5 años, interpretó al Sarmiento niño y rebasó el escenario de inocencia, mientras jugaba con los soldaditos de barro y los santos de Doña Paula.

Sin embargo, él tiene argumentos sólidos para considerarse un profesional más en el mundo del espectáculo local. A mediados del año pasado y con sólo 4 años, empezó en los cursos de música y teatro que se dictaban en la Cooperativa de Arte. Hay que decir una verdad, lo mandaban más que por talento, para que gastara energías porque según Vanesa Sampaolesi, su mamá, "tiene pilas de más, no para en todo el día´´. Igual, sus condiciones son inevitables: ya maneja los códigos teatrales, aprende de memoria el contenidos de los cuadros, es desinhibido y tiene una orientación increíble en el escenario.

Hay una razón más y seguramente es la que más peso tenga en su incipiente vocación: viene de una familia vinculada al ámbito artístico. "Mi marido y yo tenemos, cada uno, una materia pendiente en el arte: Gabriel, la guitarra eléctrica y a mí me faltó un año para recibirme en Declamación, además de chica estudié piano, órgano y danzas. Como si fuera poco, su tío y a la vez su padrino, (NDR: Ariel Sampaolesi, director actoral del espectáculo y también actor en el mismo) con quien hacen títeres y juegan a los personajes cada vez que se ven´´, agrega la mamá.

En el guión original, el chiquito tenía varias salidas. Sin embargo por el accidente en el escenario unos días antes del espectáculo del sábado pasado, su participación se vio recortada.

Hacer de Sarmiento -un señor muy importante que hizo escuelas y fue presidente, según le explicaron sus papás- no fue su primer papel: ya había dado sus primeros pasos en la Fiesta Nacional del Sol del 2010. Pero en aquella oportunidad salía entre un grupo de gente que el viento Zonda arrasaba. Ahora, en cambio, tuvo un rol principal, al que llegó con apenas algunas indicaciones sobre las tablas de los directores, pero fundamentalmente con el cariño de todos los actores y bailarines de la fiesta para quienes se convirtió en una especie de mascota.

Ya sabe que es famoso. Es más les pide a sus papás que le detallen quiénes lo han visto actuar o les han hecho algún comentario. "Está feliz con la Fiesta del Sol. Habla todo el día de esto y todos los días quiere ponerse la remera que identificaba a los artistas", confiesa Vanesa.

Sus papás no saben cómo seguirá de aquí en más. Es pequeño. Y prefieren dejar todo librado a las inquietudes del niño. Mientras tanto, Bruno, ya empezó sala de 5 en Nuestra Señora de Luján y ansioso espera que se le cumplan dos deseos: conocer al hermanito que crece en la panza de su mamá y que lo lleven a conocer la Casa de Sarmiento.