Por Malena D'Asta

El síndrome de Burnout traducido como quemado o fundido, es un tipo de estrés referido especialmente al ambiente laboral de la persona, es un estado de agotamiento físico, emocional y/o mental. Es algo que nos pasa a todos en algún momento de nuestras vidas y se va dando de manera lenta y paulatina, casi
pasando desapercibido.

La OMS (Organización Mundial de la Salud) reconoció en el 2018 al Burnout como una enfermedad incluyéndola en el CIE-11 (Clasificación Estadística Internacional de Enfermedades y Problemas de Salud Conexos). Aunque recién tendrá vigencia en el año 2022.

Actualmente, por las grandes trasformaciones sociales, económicas y de la tecnología se fue generando un contexto diferente para las organizaciones profesionales, lo cual repercute directamente en la forma de trabajar, de organizarse laboralmente, lo que supone que el empleado deba adaptarse a estos cambios, lo cual sabemos que no es nada fácil, ni dentro del trabajo ni fuera de él.

Todos nos resistimos al cambio, estamos muy acostumbrados a lo rutinario, salir de ello nos desencaja y nos hace sentir diversos síntomas que mencionare más adelante.

El burnout tiene su principal origen en el trabajo y no en el trabajador, es por eso que es necesario analizar el entorno laboral y no en el individual de la persona. Es necesario considerar el entorno psicosocial de trabajo para intentar modificarlo y así evitar la aparición de este tipo de estrés cada vez más común en la sociedad, sin dirigir únicamente el foco en el individuo sino en todo el sistema empresarial o ámbito laboral en el cual el sujeto que lo padece esta inserto.

Cuando se posee esta patología se pasa por diferentes etapas, primero se comienza con un agotamiento emocional, luego despersonalización, hasta llegar a un bajo rendimiento laboral. El cansancio mental y la sobreexigencia suele provocar trastornos físicos y mentales, no solo se pierde el interés por las tareas
realizadas comúnmente en el trabajo, sino incluso se pierde el sentido de responsabilidad y se puede, en caso extremo, caer en depresión.

Estos síntomas hacen que el trabajador se vea a sí mismo como incapaz para realizar sus tareas y
hacer frente a los problemas que se le presentan en el entorno laboral
, aclaro, entorno laboral. No es él, no sos vos.

Las consecuencias de “quemarse” no quedan solamente en el ámbito de trabajo, no se termina a la hora de salida, por el contrario, se traslada a la vida cotidiana de la persona, su vida privada, familia, amigos, vida social, ocio. Las personas que lo padecen se ven irritables e impacientes tanto dentro como fuera del trabajo.

Suelen volcarse de lleno las 24 horas del día a su trabajo, desplazando así cualquier tipo de relación, al dedicarle prácticamente su cuerpo y mente al trabajo tiempo completo, es cuando aparece el cansancio, trastorno de sueño, malos hábitos alimenticios, causados por ansiedad o como mencione anteriormente,
depresión, es decir, perdida de la felicidad y placer por lo que estamos haciendo, que antes era nuestra pasión.

El estrés laboral no se desencadena sin dar antes señales de alarma, debemos darnos cuenta que algo dentro de nuestro círculo de trabajo está ocurriendo y no nos hace nada bien, por más que no deseemos verlo o nos neguemos a aceptar que el clima que nos rodea no es el mejor, es nuestra responsabilidad cuidar de nosotros, nuestra salud en todos sus aspectos.

No nos consideremos inseguros, no nos conformemos, aprendamos a enfrentar aquellas situaciones que nos sobrepasan o nos causan estrés. Y sobre todo, decirlo. No dejes que esa sensación de vacío que sentís en tu trabajo te afecte en tu vida diaria, no dejes de hacer aquellas cosas que te son gratificantes y principalmente no dejar de plantearte objetivos tanto laborales, como de tu vida personal.

Si sentís que algo de esto te está ocurriendo no dudes en consultar a un especialista para que te ayude a pasar este mal trago y lograr volver a motivarse para nunca dejar de crecer en aquello que nos hace feliz, que nosotros elegimos, nuestro trabajo.
 

Colaboradora: Profesora en psicologia y licenciada en gestion educativa