La organización interna de los diseñadores fue impecable. Cada cosa en su lugar, numerado, explicado, sin errores. Las modelos sólo tenían que llegar y colocarse lo que estaba perfectamente detallado. Apenas algunas pruebas de último momento y sólo por coquetería de las chicas. Claro que los cuerpos esculturales de las modelos no permiten que algo quede mal. Sus rostros también estuvieron siempre impecables y no hizo falta ni retoques de maquillaje, pese a ser muy suave y sin demasiados brillos. Se destacaron los cabellos lacios, sueltos y sin estridencias. Tampoco abundaron los accesorios. Al parecer la sencillez fue lo elegido.