Dueños, empleados y clientes, allá por 1949.

Hay negocios que por distintas razones quedan en la mente y en el corazón de la gente. Y en San Juan, hay algunos que siempre están ahí dispuestos a sacar una sonrisa o una lágrima cuando se los recuerda. 
Está claro que el paso del tiempo, las nuevas formas de vender y la estrategia de las grandes cadenas, han ido rasurando el espacio de aquellas tiendas tradicionales que pululaban en San Juan y otras provincias, la mayoría de conformación familiar.

Uno de esos entrañables comercios fue Casa Chait. Sus últimos días de persianas abiertas no son tan atrás, incluso algún sanjuanino de buena memoria que roce los 40 y no necesariamente peine canas, debe cobijar en su mente alguna imagen de aquellos pasillos de la tienda que se ubicó desde 1949 sobre calle Tucumán.  Antes estuvo en calle Rivadavia, entre General Acha y Laprida, también en el microcentro sanjuanino.

Un Día del Niño en Casa Chait era un aglomeramiento de gente.

Fue de esos sitios donde había de todo. Tal vez adelantado a su tiempo, con otro estética, claro, pero lo suficientemente variado su surtido para que el cliente salga con algo en la mano

Era principalmente un bazar, pero había artículos de ferretería, electrodomésticos, ropa blanca, muebles, juguetes y hasta librería. Era cosas como la de antes, de esas que duraban para toda la vida.

La familia Morchio Meglioli, inmigrantes que llegaron a San Juan a principios del siglo pasado, fueron los propulsores en la provincia de la por entonces popular tienda, que -en rigor- fue creada por el chileno Simón Chait, de allí su nombre.

La tienda por dentro. La imagen es de 1968

Por Casa Chait pasó gente de todas las posiciones económicas. Desde el que iba a comprar un plato Rigolleau hasta la que buscaba una portentosa heladera Siam.

Las fechas especiales, como Navidad y fin de año, y ni hablar del Día del Niño, el negocio explotaba de gente. Otra fecha que tenía una gran afluencia de público era el inicio de clases. Esos días la tienda atendía hasta la medianoche, la gente marcaba el horario de cierre y desde el dueño hasta el último empleado le ponían el hombro.

La descendencia de los Morchio Meglioli, los acelerados años ’90 y otras yerbas, llevaron a que en 1998 decidan deshacerse del estratégico local y cerrar definitivamente Casa Chait, para darle paso a la cadena chilena Fallabella, toda una novedad para la época. 

Lo nuevo dejaba atrás un pasado de clientes que conocían a los dueños, a los empleados, donde el trato era otro, sin apuros, de gestos amigables. Pasaron 21 años, pero muchos mantienen recuerdos imborrables de un sitio donde pasó la vida de muchos sanjuaninos.

Fuente: archivo de DIARIO DE CUYO, Fan Page San Juan Antiguo, sanjuanalmundo.org