El perro -que en este caso simboliza algo más que una mascota- cayó intempestivamente al suelo. En el afán de alejarse de la casa familiar, vómitos y convulsiones fueron sus últimas sensaciones. Estoicamente buscaba un lugar donde dar su último suspiro. Fiel hasta el instante final a su dueño y amigo, no quería ser encontrado para evitar generarle dolor. La historia de Martín Ruarte, un pequeño de 9 años con Síndrome de Down, y su perro “Fido”, tuvo un triste desenlace, el que nadie esperaba: murió tras ser envenenado. 

 

En diálogo con DIARIO DE CUYO Ruth Ruarte, hermana del pequeño, contó que ambos se conocieron cuando Martín tenía 5 años. El niño había progresado favorablemente y lo “trasladaron de un colegio de educación especial a uno común, la Escuela Los Manantiales, en Caucete”, dijo. “Las maestras de unos vecinos del barrio de la escuela le consiguieron el perrito”, continuó. Desde ese entonces hasta este miércoles, la amistad se hizo entrañable.

 

“Iban juntos a todos lados”, comentó Ruarte y contó una breve pero demostrativa anécdota: “Una vez Martín se escapó de la casa, trepando la reja. “Fido” salió por el fondo para seguirlo y una vez que mi hermano se quedó en un lugar, el perro volvió a la casa a avisarle a mi mamá”. Risueña, también recuerda que la mascota de su hermano lo protegía siempre de quienes querían molestarlo.

 

El martes a la noche, “Fido” fue envenenado y durante la madrugada del miércoles falleció. Según dijo Ruth, el abuelo de la familia intentó salvarlo cuando lo encontró alejándose del hogar. Pese a los esfuerzos, nada logró. Durante la mañana de hoy, Martín juntó todos los huesos y el alimento que le llevaba siempre a su mascota y no lo encontró. Al preguntar sobre el paradero de su amigo canino, los familiares no supieron qué decir. “Todavía no le dijimos que lo mataron, no sabemos cómo lo va tomar”, expresó la hermana del pequeño.

 

Al ser interrogada sobre cómo van a afrontar la dolorosa pérdida, Ruth contestó que están en la búsqueda de un nuevo perrito, que sea cachorro. “Queremos que haga lo mismo que hizo con ‘Fido’, que crezcan juntos” dijo.

 

La familia insiste en culpar a la delincuencia del barrio. Ellos viven en el barrio Marayes, justo detrás del hospital departamental. "Es maldad pura lo que hiceron, ¿qué ganan?", sentenció con dolor.