Con su hijo en brazos, Estela espera. Llegó muy temprano al puesto sanitario de su pueblo, Los Berros, para que algún médico le diga por qué su hijo tiene fiebre. Son las 11 de la mañana y Estela, con su hijo adormilado, sigue esperando a que el médico de guardia la llame en voz alta desde el consultorio. "Acá no hay pediatra, son médicos de familia que atienden a niños y grandes. Hay que esperar, pero bueno, es lo que hay: nos dan los remedios y la leche", resumió Estela, pero su historia se parece a la de muchas otras mujeres de zonas alejadas que tienen que recurrir al centro de salud de la zona para buscar atención médica. Hay de todo: salas amplias, consultorios minúsculos, ventanas rotas, puestos sanitarios sin baño y otros sin teléfono ni para llamar una ambulancia. Y mientras las necesidades se multiplican, las mejoras no siempre llegan con la celeridad que se precisa, motivando que, paradójicamente, el Hospital Rawson siga siendo el camino más corto para quienes viven tan lejos. Este panorama sale a la luz con un relevamiento de DIARIO DE CUYO hecho en 10 puestos sanitarios de afuera del Gran San Juan, con una constante: mientras más alejados están, más son sus carencias en general.

Algunos de estos centros de salud, los más grandes, sobreviven casi como fantasmas, con salas de internación vacías, porque al no realizarse cirugías ni partos, casi no internan a nadie. Otros amontonan las cajas de leche y los medicamentos del Plan Remediar contra las paredes del único consultorio, obligando al médico a hacer piruetas para poder atender a sus pacientes. "El día que se llena acá es el miércoles -cuenta Norma, paciente del centro de salud de Los Berros- porque ese día viene el doctor Ferreyra, que es muy bueno. Los otros médicos no son malos, pero es como que lo atienden a uno tan rápido que no se entiende lo que dicen". Una enfermera, decidida a limitar el comentario con la misma firmeza con que la mítica enfermera del cuadro llamaba a silencio, corrige a Norma: "Los médicos hacen lo que pueden, porque ellos tampoco son magos. Pero todos tienen buena voluntad para atender".

Buena voluntad. Tal parece ser el requisito indispensable para ser médico de zonas alejadas, "porque si es por el sueldo, conviene más ser camionero que estudiar medicina", aseguró una de las profesionales del centro de salud de 9 de Julio. Con un promedio de 1.000 pacientes por mes en "temporada baja", como ellos llaman al verano, los médicos no tienen tiempo para sutilezas: "Hay postas sanitarias, pero lo que pueden hacer es muy poco. Por eso los centros de salud que están en las cabeceras departamentales se saturan de gente", explican los médicos de 9 de Julio.

A veces, un cartel de "Hoy el médico no atiende" es la única respuesta que encuentra un poblador de algún distrito alejado cuando va al puesto sanitario. "Parece que la doctora está de vacaciones, qué le vamos a hacer. Habrá que enfermarse otro día", concluyó con resignación Antonio ante la puerta cerrada del puesto sanitario de Pedernal. Es que como en muchas de estas postas no hay un médico fijo, sólo hay guardias rotativas, cuando empiezan las vacaciones, en algún lugar falta médico porque no hay reemplazo.

Mientras desde Salud Pública, el ministro Oscar Balverdi reconoce las necesidades (ver página 13) y promete mejoras estructurales con fondos del Banco Mundial, los habitantes de Caucete, 25 de Mayo, 9 de Julio y otros departamentos alejados siguen en la espera. Como Claudia, que esperó desde las 7 de la mañana para recibir una caja de leche en el puesto sanitario, previo pasar por el control médico de su pequeña hija Melani, y que recién al mediodía pudo volver a su casa. "La traje sana, Dios quiera que ahora no se me enferme", protestó antes de subir a su hija a la bicicleta en la que pedaleó 3 km para llegar hasta el puesto sanitario. Después ató la caja de leche al portabulto y sentó a su hija en la sillita de plástico roja, para resumir en una sola frase el sentimiento ante tanta espera: "Es que los pobres, los que vivimos lejos, no podemos darnos el lujo de enfermarnos".