Cuando el árbitro estaba por pitar el inicio, todavía seguía entrando gente. Una multitud. No se podía caminar. Todos pegados al alambrado, la cancha era un hormiguero. Con serpentinas, juegos artificiales, bombas de estruendo cerca de 2.500 personas le dieron el colorido perfecto a la final. De Iglesia llegaron aproximadamente 400 personas que hicieron un viaje largo y un esfuerzo grande para acompañar a Colola, éstos observaron el partido casi callados, recién cuando faltaban 4 minutos se animaron a decir la palabra campeón, luego se metieron a la cancha a buscar su trofeo: alguna prenda de sus futbolistas. Un ejemplo a seguir, la gente de Sarmiento que alentó en todo momento a su equipo, aplaudió al campeón y de pie. Todavía existe eso en el fútbol chacarero. Es más le cantaban “Colola, Colola, Colola, bien muchachos”. Obviamente ese canto fue luego de reconocer el esfuerzo de los suyos, a los que le decían “Dale campeón, dale campeón. Sarmiento, Sarmiento”, aliento incesante para sus jugadores.