La reforma sanitaria, que se implementará en 10 años y costará 940.000 millones de dólares, llevará a los mayores cambios en el sistema de salud estadounidense de 2,5 billones de dólares desde la creación en 1995 del programa Medicare, administrado por el Gobierno, para ancianos y discapacitados.

El plan busca extender el acceso a la atención médica a 30 millones de estadounidenses, la mayoría de bajos recursos, impedir que las prepagas denieguen cobertura por enfermedades previas y recortar el déficit en más de un billón de dólares.

Desde 2014, la mayoría de los estadounidenses estarán obligados, por primera vez, a afiliarse a una prepaga, bajo pena de multas. Pero, millones de familias y trabajadores con bajos o medianos ingresos recibirán ayuda del Estado para costar la cobertura, mientras que las grandes empresas serán multadas si no ofrecen una cobertura de calidad a sus empleados.