1 La clave son las usinas. En la AFIP las definen como sociedades truchas que se crean para ser un instrumento de la evasión impositiva. Lo que hacen las usinas es facturar a nombre de una empresa legalmente constituida sin dar ninguna prestación. En otras palabras, simulan la venta de mercaderías o la prestación de servicios. Es un negocio: a cambio reciben de la empresa beneficiada el pago de un monto mucho menor al de la factura que emitieron. 2 Las empresas que compran facturas por servicios ficticios lo pueden hacer con varias finalidades. Es un método muy usado para evadir el pago de impuestos, pero también se utiliza para blanquear pagos irregulares. En este último caso, las facturas truchas sirven para justificar, bajo otra figura, pagos de coimas o pagos en negro a personas que no pueden emitir una factura. También sirven para blanquear fondos provenientes de negocios de la corrupción. 3 Con la compra de facturas, las empresas pueden evadir sus obligaciones con el fisco en el Impuestos a las Ganancias y del Impuesto al Valor Agregado (IVA). El IVA que pagan surge del IVA facturado menos el IVA que les facturan y al incrementar este último con instrumentos truchos, el monto a pagar es mucho menor. En Ganancias es parecido. Aumentan sus gastos con facturas que no pagan, y la base imponible sobre la que se calcula el impuesto es más baja que la real.
