�Con la vuelta de la democracia en Argentina, ocurrida en 1983, presidida por Raúl Alfonsín, la tensión entre Argentina y Gran Bretaña por las islas se fue reduciendo. Su sucesor, el peronista Carlos Menem, impulsó las negociaciones para restablecer las relaciones diplomáticas, rotas por la primera ministra británica, Margaret Thatcher, el mismo día de la invasión argentina. Finalmente, las relaciones se restablecieron en febrero de 1990, con la condición de que la soberanía de las Malvinas quedara a un lado.
En virtud de esas negociaciones, la soberanía quedó bajo la llamada fórmula del ‘paraguas‘, que significaba que las dos partes abordarían asuntos bilaterales menos el contencioso territorial.
Todos los años, el Comité de Descolonización de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) pide a los dos países dialogar para resolver la disputa de manera pacífica. Argentina, sin embargo, considera ‘irrenunciables e indeclinables‘ sus derechos soberanos, mientras que el Reino Unido se niega a negociar sobre la soberanía.
Desde hace casi dos años, el Gobierno argentino de Cristina Fernández de Kirchner ha intensificado la ofensiva diplomática para forzar al Reino Unido de Gran Bretaña a iniciar un proceso de negociación sobre la soberanía de las islas, que el país suramericano reclama desde 1833.