Si alguien lo ve trabajando podría pensar que vive en un mundo de miniatura: está rodeado de pinzas chiquitas, lupas, destornilladores diminutos y una morsa pequeña. Son los elementos con los que vio trabajar a su abuelo, luego a su padre y que hoy usa él. Y dice que para manejarlos en fundamental tener buena vista y un excelente pulso. Su nombre es Carlos Fiorelo, tiene 50 años y trabaja en la tradicional relojería sanjuanina que lleva como nombre el apellido de la familia y que está próxima a cumplir los 100 años.

"Relojerías hay muchas hoy en San Juan, pero los técnicos relojeros somos pocos", afirma Carlos con orgullo. Y dice que hace unos años el trabajo se complicó porque con la entrada de tantos relojes importados y baratos la gente no los arreglaba cuando se rompían, sino que compraba nuevos. Pero, asegura que ahora la actividad está aumentando y que se le está dando más valor a lo antiguo. "Hoy la gente arregla más que nada los relojes clásicos, los de cuerda, los que van pasando de generación en generación, como los relojes de bolsillo. Y una persona que no puede arreglarlos no puede llamarse a sí mismo relojero", enfatiza Carlos.

El hombre aprendió el oficio a través de la enseñanza de su padre, que lo había aprendido de su abuelo, que fundó la relojería en 1.912. Al principio, Carlos se resistía a seguir con el oficio de sus ancestros pero, cuando llegó a la adolescencia se dio cuenta de que de verdad le gustaba la relojería y empezó a tomar clases con su padre. Para aprender más hizo una serie de cursos en Buenos Aires y, así, sacó adelante la empresa familiar.

"Creo que más allá de lo que uno aprende es fundamental mantener la vista y el pulso. Yo no uso lentes y veo muy bien, pero igual tengo que usar la lupa porque las partes de los relojes son tan pequeñas que hacen su uso indispensable", cuenta el hombre. Y dice que no está tan seguro de que su descendencia continúe con la profesión. "Tengo dos hijas mujeres y, en general, las mujeres no se interesan tanto por el oficio. Ojalá tenga nietos varones, para que sigan con la tradición", fantasea Carlos mirando al futuro.