�El rey Guillermo Alejandro mantuvo en todo momento una actitud serena que no alteró el calor de la capa de armiño que mantenía ligeramente retirada sobre sus hombros. Vestido de frac, el nuevo monarca llevó sobrepuesto el manto de investidura, utilizado desde 1815 por los reyes y reinas de los Países Bajos, y tuvo cerca las insignias reales (el cetro, el globo imperial, la espada real y el estandarte), confeccionadas por orfebres holandeses en 1840 y que simbolizan el poder y la dignidad del rey. Mientras, la ya princesa de los Países Bajos escuchaba de su hijo, el Rey, las palabras que tenía guardadas para ella: ‘Mi madre ha sido monarca, esposa, madre e hija, y no ha fallado en ninguna de sus responsabilidades‘, mientras buscaba la mirada azul y cómplice de su madre. La gran emoción para Máxima llegó cuando el Rey la mencionó durante su discurso: ‘Tengo el gran apoyo de mi esposa Máxima, que se ha convertido en una holandesa entre los holandeses‘, dijo.