Integrante de una familia burguesa y químico graduado en París, el francés Emile Langlois llegó a San Juan e invirtió todo su capital para instalar una bodega modelo, convirtiéndose a su vez en un adelantado en muchos aspectos, como en la introducción de la cepa de vid Syrah o la fermentación controlada. Por eso, los años lo convirtieron en hombre de consulta y referente de la vitivinicultura local. Su fortaleza estaba en La Rinconada, Pocito, y la llamó Bodega Las Piedritas.
Luego de una etapa experimental en 1896, la bodega empezó a producir en 1897, con una salida de 3.000 cascos. El establecimiento tenía la maquinaria más moderna de la época, al punto que según Juan Rómulo Fernández, necesitaban 10 hombres para un trabajo que en otros establecimientos requería de 40. "Bastaría la intervención de un niño para que el vino en fermentación desalojara las piletas, corriendo por acequias de portland y luego por caños sumergidos en agua, donde se produce el enfriamiento’, graficaba Fernández en 1910.
Año a año la producción fue creciendo y ya para 1920, los 3.000 cascos iniciales se habían convertido en 20.000. Además, Langlois, que ya se lo conocía como Don Emilio, compraba grandes cantidades de vino de traslado, por lo que llegó a lanzar al mercado unos 38.000 cascos, es decir, unos 76.000 hectolitros.
A su vez, Langlios trajo de uno de sus viajes a Europa algunas estacas de vides Syrah, entre otras. Venían en cajones convenientemente acondicionados y al llegar a San Juan, las plantó en sus tierras pocitanas con total éxito. Si bien interrumpió sus experiencias de cultivo unos años, las retomó en 1860 y llegó a tener más de 10 hectáreas. De su finca salieron luego las estacas que dieron origen a los nuevos viñedos de Syrah. Su hijo Francis fue su gran difusor, fundando un vivero.
Por otro lado, Las Piedritas hizo punta con la fermentación controlada, por lo que se le reconoce a Langlois ser un precursor en San Juan en la refrigeración y pasteurización de los vinos. Los blancos y tintos marca "Las Piedritas" gozaban de buena fama y se vendían hasta en el Litoral. También elaboraba vinos finos, uno de los cuales, con añejamiento especial, se llamaba "Piedritas", que en 1915 ganó una medalla de oro en un concurso de California, Estados Unidos.
Por su parte, alrededor de la bodega se instalaron casas para empleados, alguno de ellos inmigrantes españoles, que provenían de zonas viníferas y eran expertos en poda e injertación. En tanto, la bodega estaba instalada junto al ferrocarril Pacífico, por lo que su ubicación era inmejorable.
En el año 2000, los hermanos Miguel y Eduardo Garcés compraron el predio y sus edificios. Para mantener la historia, llamaron a la sociedad Nuevo Langlois e invirtieron para refaccionar el complejo, en el que actualmente producen vino a granel. En tanto, en uno de los edificios históricos, un hijo de Miguel, Marcelo, proyecta hacer un museo de la bodega.