Analía Ponce, profesora en Filosofía y Pedagogía, cita y adhiere a los conceptos vertidos por Gilles Lipovetsky, filósofo francés, quien afirma en su texto "La condición posmoderna" que la ética postmoderna es una ética "indolora", es decir, que no requiere esfuerzos ni renunciamientos. "Ese tipo de ética, aunque estemos ya dejando atrás la postmodernidad, es la que continúa estando vigente: una ética que se puede desarrollar con una donación hasta hecha por teléfono y ofreciendo sólo un número de tarjeta de crédito. Sin esfuerzos, sin que me cueste, sin renuncias. Todo lo contrario a la ética de la solidaridad, que implica, no dar porque me sobra ( y además soy conciente de ello pero no estoy dispuesto a trabajar para establecer el equilibrio ni la justicia), sino a establecer con los demás, lazos de reciprocidad permanente porque me hago cargo también, de devolver, aquello que puedo reconocer como recibido de los demás", indica la profesional.
Sara Valenzuela, socióloga cita un trabajo realizado por Ana Lourdes Suárez, titulado "El altruismo y la solidaridad como objetos de estudio sociológico". Allí, la experta en sociología hace referencia a que "hay un cierto consenso en la literatura académica para definir al altruismo con un doble énfasis en motivaciones y comportamientos tendientes a buscar de alguna forma el bien de otro. La solidaridad refiere a modos positivos de relacionamiento que comportan altruismo y se manifiestan en formas de interacción o relaciones sociales. La interacción solidaria se caracteriza por atributos tales como ayuda mutua, armonía, paz, creatividad constructiva. En la actualidad hay una relevante cantidad de investigación en esta línea que contribuye a destacar que las acciones altruistas y solidarias benefician a las comunidades y a la sociedad como un todo".