Para Ernesto Villavicencio no hay nada más divertido que trabajar. Dice que en el taxi que maneja desde hace 20 años le ha tocado vivir cosas insólitas como llevar suegras que siguen a sus yernos para "pescarlos" en pleno acto de infidelidad, y que desde los escenarios a los que sube para cantar ha visto cómo las mujeres se vuelven locas por él. Por eso sostiene que mientras Dios le dé vida, seguirá con su doble tarea, la de taxista y cantante. Siempre que siga contando con el apoyo de su familia.
"Con estos trabajos muchas veces tuve que sacrificar algunos momentos familiares, pero es que la ecuación es muy sencilla: más tiempo de trabajo, más ingresos -cuenta Villavicencio-. Y mi familia lo entiende".
El hombre comenzó con ambos oficios cuando vivía en Buenos Aires. El de taxista, para tener tiempo y plata para seguir la carrera de Medicina. El de cantante, para homenajear a su padre, reconocido poeta y cantautor sanjuanino.
"Cuando mi viejo murió sentí la necesidad de tomar la posta -cuenta Ernesto-. Y no me arrepiento de haber tomado esta decisión. Me volví a San Juan, de la que nunca pude despegarme. Cada vez que mi esposa quedaba embarazada y estaba a punto de dar a luz, la mandaba a la provincia para que mis hijos fueran sanjuaninos".
Este cuyano de ley, como él mismo se denomina, aprendió a convivir con sus dos trabajos de manera que ninguno de sus clientes tuviera que quejarse. Dice que los ensayos los hace de noche junto a los músicos con los que integra el grupo Las Voces de Tulum, recién cuando está seguro de que cumplió con todos los viajes pendientes. Y que en el escenario cumple con todo el repertorio, aunque eso le implique acostarse a las 5 de la mañana y dormir una sola hora antes de salir en busca de pasajeros. A pesar de que, a veces, debe continuar con el show sobre el taxi.
"Algunos pasajeros me piden que les cante la Milonga para Ernestito, que escribió mi viejo para dedicarme -cuenta emocionado-. Por eso siento que mis dos trabajos están muy ligados entre sí, y que no concibo la vida sin alguno de ellos. Aunque el de taxista le juega en contra al del cantor. Como estoy todo el día sobre el auto no hago ejercicio y eso hace que, a veces, me falte la respiración para cantar".

