Dejar la cabaña, caminar unos metros, elegir los mejores tomates cherry negros, una novedad que trajeron desde Suiza, y una lechuga, ir al sector de aromática y cortar albahaca, para luego preparar una ensalada increíblemente fresca. O caminar entre los surcos llenos de verduras y sacar unos zapallitos ingleses, tomar después una escalera y cortar duraznos o ciruelas para el postre. En Iglesia, los turistas tienen la posibilidad de vivir ese placer extra de estar en contacto con la Naturaleza y de cosechar lo que van a comer, directamente de la chacra a la mesa. Esta propuesta de agroturismo está afianzándose en el departamento cordillerano y ya hay cinco complejos que tienen huertas para ofrecerlas como un servicio más a sus clientes, casi todos sin costo extra al alquiler de cabañas.

En Finca El Martillo, Rodeo, hay cuatro chacras rodeadas de árboles, flores y plantaciones de lavanda y los visitantes pueden recorrerlas para elegir lo que quieran comer. Hay acelga, brócoli, tomates, berenjenas, zapallo inglés o frutas, que los visitantes van cosechando. Allí cobran por unidad y no por peso, por lo que por ejemplo un tomate cuesta $1, un pimiento $2,50 y una berenjena $4 o una alcayota, $20.

Además, en el restorán de El Martillo utilizan la verdura de sus chacras en la elaboración de los platos, explicó Carla Meglioli, mientras que hay exposición y venta de dulces, conservas, aromáticas y hasta de lana y tejidos de las llamas que crían allí mismo.

En el complejo Rincón del Viento, en tanto, cada hilera de las huertas tienen sus verduras identificadas con carteles. ‘Empezamos de a poco y ya tenemos desde rábanos y brócoli, hasta tomates cherry de distintos colores o sandías. En frutales ofrecemos damascos, duraznos, higos, cerezas o frambuesa. También hay un cantero en forma de caracol con todas las aromáticas. Para quien se aloja, no hay un costo extra por consumir verduras y frutas, pero si alguien quiere venir, pasear y llevarse productos de nuestra huerta, sólo pedimos que dejen algo de dinero a voluntad‘, contó Carlos Del Carmen, el propietario.

Por su parte, en el complejo Viejo Carretón no sólo hay huertas con todo tipo de verduras, sino quintas con frutales y granjas, que van apareciendo mientras los visitantes recorren el lugar. ‘En nuestras plantaciones no usamos herbicidas, lo que le da un plus a este servicio. Los huéspedes pueden ir a las huertas y los frutales y sacar todo lo que deseen sin ningún costo. Lo único que les pedimos es que sean responsables y que cosechen sólo lo que van a consumir‘, señaló Sergio Cámera, propietario del hotel de campo.
En las cabañas Clandestino también ofrecen la posibilidad de cosechar verduras para llevarlas directo a la mesa. Desde Suiza, sus dueños trajeron semillas de tomates cherry negros, amarillos y rojos, además de tomates atigrados, que se dieron con facilidad en Iglesia, a la vez que también hay habas, lechugas o rúcula, entre otros. ‘La huerta orgánica es un servicio más del lugar, como las comodidades propias de las cabañas. El objetivo es poder ofrecerle más cosas al turista por el mismo precio‘, explicó Ana Pinillo, una de las dueñas.

En tanto, en el complejo Bella Vista además de acampar, hay cabañas, canchas, quinchos y se puede visitar la huerta orgánica, atravesando un puente hecho con troncos entre una frondosa arboleda. La chacra es regada con las aguas cristalinas del arroyo, a la vez que con las frutas y verduras en el lugar hacen conservas y dulces que venden ahí mismo.