-¿Cómo es tu lazo con San Juan?

– Amo San Juan , nací acá, tengo los mejores recuerdos, vengo a visitar a mi familia. Pasé unos años muy lindos, una niñez feliz, con mis padres, mis abuelos y mis tíos en Concepción, cerca de la palmera de los dos brazos. Mi abuelo era sirio, me acuerdo que íbamos a comer a la casa de ellos, a dos cuadras de donde vivía yo… Eran asados riquísimos, empanadas caseras, mí abuela hacía comida árabe riquísima. Después todos jugaban al truco.

-¿Que te gustaba hacer de niña?

– Era calladita, pero era una nena simpática. A los 8 años le robaba el lápiz labial a mi mamá y me pintaba la boca de rojo, que mi mamá me daba unos cachetazos… Y le sacaba los zapatos taco aguja, esos tipo Luis XV y los chancleataba por toda la casa. Me gustaba mirarme mucho al espejo y nunca me imaginé que llegaría a donde llegué. Me gustaba mucho estar en familia, me acuerdo de los carnavales… Terminaba el almuerzo y la gente comenzaba a correr por los techos con los baldes con agua, la gente ponía la mesa en la vereda… Era bárbaro, era una vida tranquila, muy sencilla pero hermosa.

– ¿Un aroma de esa niñez?

– El olor de las glicinas del fondo de la casa donde yo vivía, en la casa del barrio América.

– Cuando te fuiste a Buenos Aires ¿extrañabas esa vida?

– Me fui a los 18, todavía la extraño. Buenos Aires es la gran urbe, pero es una selva, y cada vez está peor. Yo no he cambiado, estoy orgullosa de mis orígenes. En Buenos Aires siempre digo que soy de San Juan y recuerdo a la gente de aquí.