Los bodegueros insistían en que "el Estado no debiera intervenir en esta y otras relaciones técnicas, porque el que termina decidiendo es el propio consumidor". A criterio de Bodegas de Argentina y la UVA "la aparición de las denominadas uvas "tintoreras" en nuestro mercado, proveen color pero no aportan mejor calidad, con lo cual se desvirtúa la suposición de que ese mayor tinte implica mayor calidad. Hoy en día, no es el mayor color lo que define la calidad que requiere el consumidor", plantean. El entusiasmo por refermentar los restos de uvas tintas, también es citado entre los hechos que al final no sumaron a favor de los 500.

Como era previsible, los que militan en contra de la reducción, son las asociaciones de viñateros. Entienden que "los bodegueros piden menos exigencia en el color preocupados por lo que tendrán que pagar por las uvas y los vinos tintos", advierten. Entienden que "es un problema de precios no de calidad", según argumentan.