No sólo correrán de noche y de día, soportando las inclemencias climáticas de la cordillera y la altura. Este año, la Posta Atlética Cruce de Los Andes además tendrá una fuerte veta cultural. Pasarán por la Casa de Sarmiento y por la de Gabriela Mistral, en Chile, y les rendirán un homenaje. Lo que buscan los organizadores es que además de ser una prueba deportiva que pretende promocionar el Paso de Agua Negra, los pueblos se unan a través de su cultura. La carrera largará el próximo 26 de febrero desde la ciudad de San Juan. La meta será el faro de La Serena, en la edición número 19 de la carrera.

"La idea es que no sólo sean atletas que corran. Queremos que la carrera sirva además para mostrar los íconos culturales que tienen ambos países", dijo Jorge Rivero, uno de los organizadores. En la movida también participan la Fundación Aguaribay y la Casa de Chile en San Juan.También cuentan con el apoyo del Ministerio de Desarrollo Humano y la Subsecretaría de Deportes de la provincia. Hasta el momento hay anotados 6 quipos. Vienen dos de Chile y uno de Uruguay. El resto es de Argentina. La novedad para este año que se incorporó la categoría Discapacitados. Ya habían participado el año pasado, pero sólo lo hicieron a modo de prueba. En total, son 72 maratonistas que atravesarán la cordillera por el Paso de Agua Negra.

Ni bien arranquen, desde la ciudad de San Juan, pasarán por la puerta de la Casa de Sarmiento. Mientras que en Chile, pararán en la casa de Gabriela Mistral que está en el pueblo de Vicuña, y le rendirán un homenaje a la escritora. La prueba fue declarada de Interés Deportivo y Cultural, por el Gobierno de Uruguay.

Los maratonistas deberán recorrer 506 kilómetros. Este trayecto está dividido en 12 relevos de 42 kilómetros cada uno. El objetivo de la carrera es unir las dos ciudades. La dirección de la competencia se invierte anualmente correspondiéndole a San Juan la partida en años pares y a Chile, los impares.

Según los mismos deportistas, que están entrenando desde hace varios meses, esta es una de las competencias más inquietantes del atletismo argentino. Es que el paisaje imponente de la cordillera no hace más que representar el agotamiento que puede producir correr a 4.722 metros de altura.