Una señora espera que le coloquen la estampilla a un sobre. Mientras tanto, un hombre se apresura a entrar al correo antes que cierre sus puertas. Es casi mediodía y esta gente recorre la misma habitación, con los mismos pisos de madera, que transitó Sarmiento, en 1831, cuando llegó exiliado a Los Andes. Este lugar, donde hoy funciona el correo del pueblo, fue donde el sanjuanino dio clases y puso en práctica un sistema tan innovador que le costó el empleo.

Hasta antes del terremoto de febrero de 2010, que azotó Chile, en este edificio funcionaba la Casa de Gobierno. Tal como sucedía en la época de Sarmiento. Incluso fue el mismo gobernador quien le prestó la habitación para que diera clases y le pagó 13 pesos por mes. También fue él quien estuvo en desacuerdo con que Sarmiento excluyera de la enseñanza la cartilla cristiana y le diera más importancia a la lectura y la escritura. Otra de las cosas que disgustó al gobernante es que anulara el sistema de deletreo para reemplazarlo por el silabeo. Demasiada innovación para un pueblo conservador. Sarmiento terminó abandonado el lugar para instalarse a pocos kilómetros de allí, en Pocuro, un pueblito ubicado en Calle Larga, otra comuna chilena.

Antes del correo, en esa habitación funcionaban otras oficinas municipales. Hoy todo el edificio, o lo que queda de él, ya que sufrió los cimbronazos del último terremoto, está destinado al funcionamiento del correo. También hay un sector donde está instalado el Registro Civil. La habitación está justo en la esquina. Y lo que no conserva de la época sarmientina es el techo, ya que en los últimos años colocaron un cielo raso de telgopor. Es en esta esquina donde quieren colocar una placa para recordar a los habitantes del lugar y a los turistas, que allí enseñó el maestro de América, el que abrió en Chile la primera escuela Normalista de Latinoamérica.