Conocido por su estrecha relación con la comunidad de la iglesia de Santa Lucía, de la que era párroco, por su labor en la institución y por ser parte de los retiros espirituales para la clase política, el padre Iván Grgic se ganó el respeto y afecto de los fieles de la Iglesia Católica. Pero después de 15 años de sacerdocio decidió dejar los hábitos para pasar a tener una nueva vida. Ahora trabaja como empleado público en el sector de Adjudicaciones del IPV mientras espera que el Vaticano finalice el proceso que lo desligará totalmente de su función en la Iglesia.
Sin sotana, con un aspecto bien cuidado y una barba recortada prolijamente, el ex sacerdote cumple su nueva labor atendiendo al público en el organismo, donde informaron oficialmente que fue contratado hace unos meses. Ante el pedido de que cuente su historia y los motivos por los que se alejó de la Iglesia, el hombre respondió de forma amable aunque con hermetismo: "Ahora no estoy interesado en hablar de eso, forma parte de mi vida privada", dijo a DIARIO DE CUYO en el IPV.
La gente que lo rodea tampoco quiere contar el por qué de la renuncia del sacerdote. Y piensan que uno de los motivos por el que no quiere dar declaraciones actualmente es que el proceso por el cual el Vaticano lo desliga de la Iglesia Católica aún está en curso.
Este proceso, que no tiene un tiempo estipulado de duración, es una especie de juicio a través del cual un tribunal del Vaticano analiza el caso y los argumentos que el hombre esgrime para desligarse del sacerdocio. Si el tribunal acepta su renuncia recibirá su dispensa, que lo eximirá de las obligaciones y derechos como cura y le otorgará los de un cristiano común. A través de esta medida, el ex párroco podrá inclusive casarse por iglesia, si lo desea.
Héctor Allende, uno de los amigos Grgic, habló sobre el momento que está pasando. "Está muy bien, lo veo seguro de las decisiones que ha tomado. El es un hombre equilibrado, seguro de sí mismo que sabe los que quiere", relata. Y destaca su valentía y entereza. Según cuenta esas cualidades son las que lo llevaron a enfrentarse con la realidad, a despedirse de los fieles de la parroquia de Santa Lucía y a haber decidido quedarse en la provincia a emprender esta nueva etapa de su vida. Aunque tampoco da detalles de lo que lo llevó a dejar el sacerdocio.
Fue en mayo del año pasado cuando el sacerdote decidió tomarse un tiempo para pensar. En la última misa que ofició en la parroquia de Santa Lucía habló con los miembros de la comunidad de la iglesia y les dijo que por una situación personal, que no especificó, necesitaba tomarse un tiempo para reflexionar qué iba a hacer con su vida. Les contó que su servicio a Dios iba a continuar, pero no sabía si sería como sacerdote. Además les agradeció y les pidió que rezaran por él.
Después de eso se fue a Buenos Aires y recién volvió en octubre del año pasado. En ese momento dejó los hábitos e inició a través del Arzobispado el trámite solicitando el permiso al Vaticano para desvincularse de la Iglesia.
Así fue como terminó con una larga etapa de su vida, que comenzó hace alrededor de 15 años cuando se ordenó como sacerdote.

