Federico Loyola empezó a jugar al hockey sobre patines a los 5 años, pero a sus padres les costó muchísimo convencerlo para poder lograrlo. Fanáticos del deporte y vecinos de la zona cercana a las Colonias Unidas de Santa Lucía, Beatriz y Orlando intentaron de todas maneras que su único hijo varón (también son papás de Guadalupe y Melina) se calzara los patines, pero él siempre se negó a entrar a la cancha. Hasta que un día fue seducido por la pasión que despierta la actividad y comenzó a entrenar en Richet y Zapata. Precisamente en este club, su madre es la encargada de la taquilla cuando hay partidos, un trabajo que sirve como ayuda económica para una familia cuyo principal ingreso es aportado por su padre, quien se desempeña como albañil.
En la actualidad Federico tiene 13 años, es delantero y la rompe en el Violeta, a tal punto que su entrenador, Juan Ginés, ya le dijo que, si continúa con el mismo nivel, a los 17 puede llegar a debutar en primera división. Y eso fue más que una inyección anímica para este pichón de crack, ya que cursa sus estudios en la Escuela de Enología y cuatro días a la semana lo hace en doble turno. Cuando sale, se toma el colectivo para llegar a su casa, merienda y, los lunes, miércoles y viernes, parte rumbo al club en bicicleta para entrenar y perfeccionarse en lo que ahora es el deporte de sus amores. Y como si fuera poco el esfuerzo de este jugador, hace unos meses tuvo que luchar contra un problema renal (tuvo una obstrucción en un conducto) y permanecer fuera de las canchas. Pero lejos de colgar los patines, se puso a ver videos en Youtube con jugadas de su ídolo Pablo Álvarez (el otro es Gonzalo Romero) que ahora, ya recuperado, practica en cada cancha en la que despliega su magia.

