Nunca imaginó que iba a cambiar los trajes Versace por un atuendo menos ostentoso, dejar su casa en California para vivir en ninguna parte o abandonar el mundo del espectáculo para convertirse en misionero de Dios. Se trata de Marino Restrepo, un colombiano que, mientras era prisionero de las Fuerzas Armadas Revolucionaras de Colombia (FARC), vivió una experiencia mística que lo cambió para siempre: Dios se le manifestó para mostrarle la vida mundana que había llevado hasta entonces y los pecados cometidos. El hombre entendió que la meta de esta manifestación divina fue hacerle cambiar su estilo de vivir, y hacerlo portador de su palabra para que otros lo logren. Desde entonces peregrina por todo el mundo para dar su testimonio de vida y misionar en nombre del Señor, tarea que desde hoy cumplirá en San Juan.
"A los quince días de estar prisionero en una especie de cueva en la selva y siendo presa de toda clase de insectos y alimañas, Dios se me manifestó en forma de luz y, como si fuese una película, comenzó a mostrarme las muchas cosas malas de mi vida y las pocas cosas buenas -contó Marino Restrepo a DIARIO DE CUYO desde Chile, donde hasta ayer se encontraba misionando-. Allí también me hizo ver el cielo, el infierno y el purgatorio, y entender que eso era un llamado para que cambiase de vida".
De esta manera, Restrepo comenzó a relatar cómo llegó a convertirse en misionero de Dios. Contó que nació en el seno de una familia de tradiciones católicas y fue educado con estos valores. Antes de cumplir los veinte años de edad se radicó en la ciudad de Hamburgo, Alemania, donde estudió artes y composición musical. Seis años después se trasladó a Los Angeles (EEUU) donde, por 20 años, vivió vinculado al medio artístico como actor, productor, escritor de libretos y compositor.
Durante todo ese tiempo permaneció totalmente alejado de Dios. "Durante mi adolescencia me involucré con religiones y cultos paganos, y toda clase de ciencias ocultas y esotéricas, muy de moda en los años "60 -explicó- Y mi vida se centró en el dinero y el placer, por eso cuando en 1997 volví a Colombia para pasar la Navidad con mi familia, los guerrilleros me secuestraron para pedir rescate. Ni imaginaron que con eso me iban a acercar a Dios nuevamente y a comprometerme a dedicar mi vida a su servicio. Después de seis meses en cautiverio recuperé mi libertad, porque el Ejército se estaba acercando tanto a la zona que los guerrilleros se fueron y me dejaron abandonado allí".
Fue así que Marino comenzó a misionar. A los pocos años creó la Fundación Peregrinos del Amor y empezó a recorrer el mundo para misionar. Hoy llegará a San Juan para dar su testimonio de vida y para contar lo bueno y malo a lo que se enfrentó durante todo este tiempo. Entre lo bueno destacó el apoyo y aval de la Iglesia Católica para continuar con su misión. Y es por eso que se lamenta por la situación que enfrenta la institución con respecto a los curas acusados de abusos de menores. Al respecto dijo que "la pedofilia es un gran problema que enfrente ahora la Iglesia Católica, y es bueno que se sepa para demostrar que no se trata de algo concerniente a la institución, sino a personas impuras que se han infiltrado en ella y se escudan en Dios para hacer sus bajezas". Y entre lo malo mencionó la persecución que sufre en Colombia, donde muchos lo acusan de chanta. Dijo que quienes lo hacen conocieron su vida anterior y no creen en el cambio que experimentó, y lo acusan de estafar a la gente en su fe. "Eso en vez de debilitarme me da fuerzas para continuar con mi misión -dijo-. Y recibir la mejor recompensa que puedo tener: lograr que las personas comiencen a valorar la vida y a vivirla en nombre de Dios".

